Un perfume espeso derriba mis pestañas
consumando una oración como antídoto a un presente mutilante.
Pretendiendo distraer una continua pulverización sicológica,
paraje transmutado a un estado poroso,
desentiendo sensatez alguna
arribando a la morada de un trémulo perecer opresivo
hambriento, radiante y sutil.
Esbozando una sonrisa ante mis ráfagas desequilibradas
me condena pero no extermina,
es cautivo de la pandemia que sacude mi inmensidad
arrasando todo signo de vida latente.
En su siniestro plan me permite respirar por unas horas,
mi cerebro se manifiesta sorprendido y nace la esperanza,
pero su modalidad de tortura virtuosa nuevamente me derriba,
una oleada onírica me despierta tanteando mi nuevo hogar............
recuerdo este lugar..........
Empiezo de nuevo la travesía peyorativa que resisto