No preciso un profeta, un cura o un hechicero.
Verdades sin dudas
/felicidad decretada/.
No añoro
mi nombre como persona
social, decente y aceptable;
ni el poder
/espejo inequívoco
de miserias y demonios/.
No sueño un trazo lineal
presagio de hallar cobijo a mi llegada.
Para salvarme
mi amor, para salvarme;
me basta la luna, vieja
/eterna
el mar que acuna
y sus gemidos de suicida.
Mi Vida insignificante/
no ser nadie;
la soledad mía,
los libros que seducen
hojas en blanco para escribirme, desenredarme,
hallar los Otros
que habitan agazapados
y contenidos, en los
entresijos del Alma Mía.
Para salvarme y vivirme eterno!!
Amor ilegítimo, Amor Mío tus brazos, tu cuerpo
tu aliento, tu mirada;
tu dulce voz enamorada
que me regala de su heredad, ternura
/palabras que conjuran
mis derrotas.
Los abismos de tu Alma
que atan, esclavizan y
liberan la orfandad mía
Namid A.
(Junio 24 de 2.008)