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Añoranza por la paz en un país verdaderamente libre.

¡Cuán maravilloso es despertar por las mañanas
y contemplar por mi ventana la luz de un nuevo día!
Sentir la brisa fresca que inyecta de energía y entusiasmo a mi diario vivir.
Escuchar el dulce trinar de las aves que libres se desplazan por los aires
y se posan en los verdes y frondosos árboles que rodean mi morada.
Aspirar el aroma de la tierra mojada por el agua celestial
que, obediente al ser supremo, da mantenimiento a nuestro planeta
y, para culminar con esta experiencia matutina…
Escuchar las gloriosas notas del Himno Nacional,
que me recuerdan a los hombres que sacrificaron su vida para que hoy
yo pudiera contemplar este amanecer en la dulce calma de la libertad.

No obstante…
Mi alma llora, sufre y se avergüenza por los árboles talados,
por las flores pisoteadas y las aves enjauladas.
Por las ideas perseguidas, las ilusiones rotas
y los sueños destruidos.
Y mientras las notas prosiguen su marcha por la historia,
una nueva melodía me inunda, todo se torna diferente.

Entonces…
Ya no me quejo del sol que me quema, de la lluvia que me empapa,
del aire que me despeina o del frío que me hace temblar.
Entonces…
Siento que me gusta mi país, su gente, el clima, sus animales,
la tierra que me vio nacer,
el cielo que me ampara bajo la sombra de sus nubes
y me acaricia con los rayos del majestuoso sol.
Entonces…
Con orgullo levanto la vista al cielo y me uno al canto de la libertad.
Entonces…
Creo que yo también puedo luchar por los niños explotados,
por las mujeres maltratadas y los hombres sometidos.
Por aquellos que temen al más fuerte,
por el débil humillado y el  justo encarcelado.

Ahora:
Cambiaré los fusiles por los libros
y los cañones por el poder de la palabra hablada.
La pluma sustituirá a la espada
y la palabra impresa no hará mucho ruido,
pero será más poderosa que la pólvora.
Y todo esto…
Por un México cuya fuerza esté en la calidad de sus valores
no en la cantidad de su armamento.
Que no imponga ideas, sino las libere.
Por un México solidario que tienda la mano al hermano y al vecino,
al amigo y al enemigo.
Por un México con maestros que amen su trabajo y se renueven día a día.
Que no impongan caminos, sino enseñen a caminar.
Que con su ejemplo enseñen el valor del compromiso y la responsabilidad,
cuya fuerza emane de un genuino amor a su patria y a sí mismo.
Por un México que una a su gente en un mismo sentir,
en un mismo espíritu fraternal
cuyas voces entonen con orgullo su Himno Nacional.
Por un país con el que todos, alguna vez, hemos soñado:
Un México libre, fuerte, con convicciones firmes.
Un México como potencia intelectual, económica y política.
¡Un México nuevo!
Y todo esto…
Por seguir contemplando más amaneceres
en la dulce calma de la libertad de mi México querido.

Ma.Regina Loreto Arce Miranda

 

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