Se nos murió el amor sin sentirlo apenas
Quedó tendido como un niño dormido
Sin respiración, sin voz…sin corazón.
¡Falleció!
Y nunca nos dimos cuenta
Vagaba enfermo. Sin destino,
sin ternura..sin pasión.
Pobrecito.
Abandonado, sumiso, perdido
Incapaz, intolerable, estúpido
Doloroso, triste, lamentable
Lacerante, agudo y penetrante.
De pronto lo vimos tendido en el suelo
Agonizando entre lamentos quedos
¡Revivirlo quisimos por todos los medios!
Más, todo fue inútil y vano
Se lo llevó la muerte pero fuimos nosotros.
¡Asesinos! ¡Matamos a nuestro amor!
Lo ahogamos con indiferencia.
Se puso flaco, pálido, errante
mórbido, crónico, quebrado.
Como una sombra tenue y vacilante
que ni siquiera la memoria conservaba.
Era un vagabundo pestilente que subsistía ya sin gloria.
Nunca le tuvimos piedad. Infortunado amor.
La maldita rutina, las tareas que dominan la vida.
Fueron las deudas, penas, compromisos, los hijos
Obligaciones, presiones, los padres, la familia…
Y después ¿Cuál familia? Ya no queda nada
Se consume todo de a poco, se acaba, no tiene salida.
Terminó desangrado, solo, vacío.
Agonizando cruelmente.
Creíamos tenerlo pero vivíamos ya sin él.
Lágrimas que brotan de ojos necios
La culpa lacera espíritus tercos.
Permaneces arrodillado intentando reanimarlo
Queriendo resucitar sus latidos
Todo es inútil.
Te miro, me miras.
Se nos murió sin sentirlo apenas…
Preso de una angustiante soledad
Dejémoslo en paz…
Que se marche con dignidad.
Elena Ortiz Muñiz