Un año más,
ganado a la muerte,
y menos indiferente con
mi vida;
he bebido dulces besos
amargas despedidas.
Me he descubierto
rabiando y maldiciendo
por aquello, que sólo yo
imaginé; escupí muchas
noches mi soledad,
ciega, tierna e incorruptible.
Lloré de amor,
de frustración y de miedo.
Reí hasta sentir
dolor placentero en mis
labios y en mis huesos.
Hoy me detengo ante el
espejo desnuda por dentro
y por fuera: cómo he
cambiado!
decadente estoy ?
en vuelo voy ?
No se, y quizá poco importe.
Sólo intuyo
que la vida y yo, nos gozamos,
nos padecemos, nos alejamos,
nos reencontramos; y que la
muerte y yo, coqueteamos,
jugamos a las escondidas,
cada noche, cuando cierro
las ventanas y nuevamente sola,
y descalza, emprendo el viaje
a otras realidades menos gratas,
y soy otra mujer, más buena y
menos virtuosa.
Namid A
(Julio de 2.009)