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Cuando me miras ingenuo, eres el niño tierno y travieso que se esconde detrás de ese hermoso cuerpo de hombre.

Cuando sonríes eres más hermoso, y reflejas el alma, clavel impecable, caracterizadora nobleza.

Cuando me tomas de las manos y me cobijas con tu cuerpo, eres el hombre sensible tejiendo mañas para seducir, cautivas y encantadoras tácticas de amor.

Cuando me miras a lo lejos, eres mejor que un felino, con toda cautela, y con satisfactoria sigilosidad encuentras respuesta. A un paso de mi, me besas y sabes que soy la mujer que te extrañó y no deja de amarte.

Cuando lloras eres un delicado nardo, con camuflaje de fuerte roble.

Cuando me dices te amo eres el hombre en el cual día a día encuentro más razones para amar, y el que se roba cada parte de mi, silenciosamente, y cuando me doy cuenta, lo único que pienso, respiro, sueño, deseo, y quiero es a ti.

Cuando me besas eres el responsable total de mi perdición de amor y es que cuando tus labios húmedos rozan los míos, comprendo que naciste para mi y somos complemento, unidad Venus, que a Dios agradezco.

Eres el hombre que me devuelve las fuerzas cuando siento desmayar, el ángel que me acompaña a cada paso, mi persona favorita, el que sin intención más ha lastimado mi alma, con su ausencia, el que hace más grandes mis alegrías y la más grande y hermosa de ellas, tú.

Al mirarte y tocarte de nuevo todo el dolor se desvanece, pero que cuando te marchas te llevas contigo mis ilusiones, mi sonrisa, mi pasión, hay veces que hasta la soledad me abandona y le pido que me tome de la mano, pero que no apriete demasiado pues ya conozco el dolor.

Eres simple y complicadamente al hombre…que amo.

Domingo 05 de octubre de 2003 / 14:07 hrs.
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