Cada año, y en distintas fechas, aparecían de la noche a la mañana una tribu de gitanos; por lo general llegaban en altas horas de la noche, cuando todo el pueblo dormía, y al amanecer los madrugadores encontraban ya levantadas dos o tres carpas y unas mujeres atizando la leña en un fogón de tres piedras. Siempre se instalaban en lo que llamábamos el potrero de Bavaria porque allí estaba una valla con la propaganda de esa cerveza, es un lote que ahora está construido y quedaba una cuadra abajo de la virgen de Fátima en la entrada del pueblo, allí íbamos a jugar y a elevar cometa y, tengo entendido que, en épocas ´posteriores, en ese lote se armaba la plaza de toros para las corridas de las Ferias y Fiestas.
Los gitanos se transportaban en un camión viejo y destartalado que andaba de milagro, al fin y al cabo los susodichos gitanos tenían arregladores de todo, incluyendo mecánicos, que arreglaban el cacharro. Había hombres y mujeres de todas las edades en número de unos 18 o 20, no sé si eran los mismos cada año porque las mujeres vestían las mismas faldas largas con blusas descotadas de colorines y los hombres todos con carriel y sombrero parecidos y hasta el bigote con el mismo corte. Ahora recuerdo que tenían acento paisa pero entre ellos hablaban en un lenguaje extraño que sólo entendían ellos.
Las mujeres gitanas rondaban por todo el pueblo buscando ingenuos que deseaban saber su futuro y ellas les leían la suerte en la palma de la mano, leyendo el cigarrillo o el tabaco o en las cartas de un naipe sucio por el uso. Muchos borrachitos por mirar el escote de las gitanas jóvenes y hasta bonitas no se daban cuenta de que unos dedos ágiles les robaban las carteras; y es que algunas se dejaban echar el brazo por los hombros para que la otra robara al cliente de turno (siempre andaban en pareja), no creo que se prestaran para tener relaciones, además los gitanos eran muy celosos.
Y ¿qué hacían los gitanos varones? Con estos el cuento también tiene su enredo; si encontraban pendejos para jugar a las cartas o el dado les pegaban una estafada la verraca pues eran maestros de las trampas, soldaban ollas y sartenes dañados con unos pegotes de soldadura de cobre impresionante (trataré de buscar fotos para que los jóvenes entiendan. Ahora olla que se daña se va para la basura, en esa época no, para eso estaban los que soldaban). Otros gitanos negociaban con caballos y burros y también se las sabían todas para engañar a los incautos, no sé que les hacían a los animales en la dentadura para que aparentaran menor edad de la que tenían.
Pasadas dos o tres semanas y después de esquilmar a medio pueblo, desaparecían de la misma manera que llegaban, cualquier día los madrugadores que pasaban ´por el potrero de Bavaria ya no encontraban las carpas y lo único que dejaban eran las piedras de los fogones y regueros de basura. Olvidaba contarles que cuando los niños no se tomaban la sopa o eran desobedientes nos amenazaban con regalarnos a los gitanos; creo que todos los de mi época les teníamos miedo, pero la curiosidad de esa edad es muy grande y no aguantábamos las ganas de acercarnos a curiosear, pero tan pronto una de ellas nos veía y se acercaba salíamos corriendo.
Así como esta tribu de gitanos llegaba al pueblo y luego desaparecía, parece que lo mismo desapareció de Colombia, Hace muchos años dejé de verlos. Recorrían el país con sus engaños y triquiñuelas y de pronto, nada, se esfumaron del mapa.
Edgar Tarazona Angel