Como lo dije en otro artículo, varios seres humanos allegados a mí, se marcharon para siempre y yo asistí a varios servicios fúnebres (no digo entierros porque eso ahora es una palabra mal empleada porque casi a nadie sepultan en la tierra, sino que lo incineran en los hornos crematorios). Como asistí a varios sepelios pude observar actitudes parecidas en todos que voy a señalar a continuación:
- Los verdaderos dolientes que sienten de corazón el fallecimiento de la persona.
- Los que fingen dolor y nunca fueron a visitar al difunto en vida, pero tienen algún interés en saber que les dejó.
- Algunas mujeres de la familia que lloran desesperadamente porque el fallecido les pidió que lo visitaran y nunca fueron, ahora las lágrimas son sentimientos de culpa.
- Otras mujeres desconocidas que fueron amantes del difunto, algunas llevan hijos que aseguran son hijos del occiso.
- Los interesados que siempre asisten para lograr tinto y comida gratis.
- Los chismosos que conocieron en vida a la persona y van a mirar el cadáver para ver como quedó.
- Las lloronas que van a todos los velorios y derraman lágrimas en cantidad, aunque no tengan ningún vínculo con la familia.
- Los que están todo el tiempo contando chismes y chistes.
- Si el cadáver es femenino, se ven grupos de mujeres rezando y comentando detalles de lo buena que era y la porquería de marido que le tocó.
- Los que pelean el derecho de cargar el cajón y unos metros más adelante ya están cansados y pidiendo relevo.
- Las jijas inconsolables a pesar de que su padre fue un desgraciado con ellas y su madre.
- Los que se saben todas las oraciones de difuntos y no dejan participar a nadie más.
Bueno, estos son algunos personajes que observé en varios oficios de difuntos el año pasado y lo que va corrido de este, con seguridad existen otros, pero creo que con estos doce queda ilustrada mi experiencia fúnebre. Y eso que no me gusta asistir a estas ceremonias.
Edgar Tarazona Angel