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La conoció caminando por el parque. La estuvo observando un rato. No era una mujer hermosa, pero si era una mujer bonita. Lo miró y sonrió amablemente. Era una joven mujer de una belleza serena, pero lo que más lo cautivo fueron sus hermosos ojos castaños.

Aquella mirada que le dio la primera vez que lo miro, lo fumigo, le quito el aliento y le acelero el corazón. En cambio ella no sintió nada por aquel hombre que trataba de acompañarlo en su caminar diario. Era guapo e interesante pero la forma como él la observaba la ponía nerviosa y a la misma vez la asustaba. Nunca nadie la había mirado de esa manera tan provocativa. Ella caminaba de prisa y el hombre aquel, de nombre Arturo, logro alcanzarla.

“Hola hermosa joven. Me imagino que estas aquí como yo, buscando una brisa fresca para que nos calme esta calor.”

Ella camino mucho más ligero, ignorando las palabras de aquel hombre.

“¿Por qué me huyes y me ignoras? No soy un criminal, solo quiero tener una conversación sana contigo.”

La muchacha, de nombre Karla, le contesto algo molesta:

“No me interesa tener ninguna conversación con usted, no lo conozco, vine al parque a caminar no a platicar con un desconocido”.

Arturo Sonrió.

“¡Que lastima, una joven tan bonita pero muy maleducada! Dejare de ser un desconocido, me llamo Arturo y soy una persona muy decente y respetuosa. ¿Me permites caminar a tu lado? Te prometo no morderte.”

Karla lo volvió a mirar, esta vez mas tranquila, le dijo:

“Este parque es publico, camine por donde usted quiera, pero por favor no se me acerque mucho.”

Arturo volvió a sonreír.

“¿Cómo te llamas hermosa criatura?”

Por fin aquel hombre la hizo sonreír.

“Mi nombre es Karla señor.”

“Ya sabes como me llamo, no me digas señor, soy un caballero, dime Arturo mi querida Karla.”

“Es usted muy atrevido señor Arturo.”

“Y es usted muy antipática señorita Karla. ¿Por qué no quiere ser mi amiga?”

“Apenas lo conozco señor Arturo. Con su permiso pero ya tengo que marcharme.”

“¿Te puedo acompañar Karla?”

“No gracias, no vivo tan lejos de aquí.”

Desde ese día Arturo tenía a esa joven en su pensamiento día y noche. No había podido olvidarla. Casi todos los días iba al parque para ver si la volvía a encontrar. Pero todo era en vano. Pasaron los días, las semanas y los meses, no volvió a ver a Karla, pero siguió recordándola.

Regreso el verano. Era el mes de junio. Poco a poco se había propuesto olvidar a aquella joven mujer y ya casi lo estaba logrando. Hacia una calor insoportable. Acompañado de su gran amigo, su perro, decidió caminar un rato por el parque. Aquel perro era su compañía. Había tenido algunos amores, pero aun no había encontrado la mujer que le robara por completo su corazón. Aun no estaba listo para una relación seria con nadie. La única mujer que hubiera podido llevarlo al matrimonio fue aquella joven que conoció en el parque. Pero la había perdido, fue un imposible, una estrella muy alta para poderla alcanzar. Fue un amor a primera vista que se cegó con el tiempo. Dejo al perro corriendo cerca de él y se sentó en una banca a descansar.

De pronto oye unos gritos de mujer no muy lejos de donde estaba. Se levanta, mira con curiosidad y ve a un hombre robusto pegándole a una indefensa mujer. Corre para ofrecerle su ayuda a aquella pareja y evitar que aquel abusador siga golpeando a aquella pobre mujer. ¡Y cual es su sorpresa! Aquella mujer que estaba siendo golpeada cruelmente era Karla, la joven de los ojos bellos y la mirada de ensueños. Su rostro estaba demacrado y sus bellos ojos castaños hinchados.

Al verla así sintió una rabia inmensa, se cegó y le pego tan fuerte a aquel hombre que cayó inconsciente. Karla se abrazo a él llorando y le dijo:

“¡Gracias amigo, gracias! ¡Este hombre es muy violento! ¡Hace apenas ocho meses me case con él y desde el mes de casados solo he recibido abuso verbal, físico y emocional! ¡No se que hacer amigo, temo que un día me mate a golpes!”

Arturo la abrazo y la beso en la frente.

“Ya no te volverá a pegar. Anda ven conmigo, tenemos que denunciar a este abusador, después te llevare a mi casa.”

“Gracias amigo. Me acuerdo de ti pero se me olvido tu nombre. Nunca mas te volví a ver y olvide que en este parque te conocí un día.”

“Yo nunca te olvide Karla. Creo que me enamore como un jovencito desde la primera vez que te vi, mi nombre es Arturo.”

“Arturo gracias, te estaré eternamente agradecida. Mira lo que es el destino, una tarde como hoy en el mes de junio nos conocimos. Pero en otras circunstancias. Gracias a ti este hombre no me mato a golpes, no tenia razones para maltratarme de esa manera.”

“No se como has podido aguantarle tanto a ese animal. Ten confianza en mí, nunca te haría daño. Anda, vamos, quiero curarte esos ojos bellos de los cuales un día me enamore.”

No sabia el porque pero Karla se sentía protegida y segura al lado de aquel hombre que no conocía muy bien, pero dentro de su alma sentía que lo conocía de toda la vida.

Fin.

“El destino te da sorpresas, guarda lo que te pertenece para cuando lo necesites, porque ya estaba destinado para ti.”

 

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