Soy un hombre, no te preguntes mi nombre pues no es necesario manchar esta página con mi insignificante existencia, ya he cometido muchas locuras como para cometer otra en mi último momento -si es que después de ti, seguirá un acto más grande- lo llamaremos cuatro actos; ahora bien, ¿quién eres tú?, eres mi espectador de la más grandiosa obra teatral que hayas visto pero, ¿qué pensaras tú?
Empecemos con el primer acto, ella estaba sentada tal vez molesta por lo que dije o pensé, más sin embargo no logro comprender como es que mi arte no es comprensible por ella. Siempre le gustaron las flores de loto y para mí son lo más preciado que existe dentro de este mundano lugar sin duda alguna, ella siempre repetía que algún día mi genialidad seria comprendida, pero para ella era catastrófico mi arte de la misma forma que decidí convertirla en mi obra de arte, fue excitante esa sensación como si mi alma fuera llenada por completo, así mismo no era odio sino era amor lo que sentí al verla detonar y convertirse en una flor de loto.
Ahora bien, ¿te preguntas quien es ella no?, es simplemente una escena más de mi teatro, pero por ahora no es relevante, dejo de serlo para mí y para ti simplemente será una obra de arte jajaja…
¡Encontré en mi habitación el diseño de la máscara perfecta! A pesar de dificultarme un poco al respirar. ¿En fin en que estábamos?, ¡ah ya recuerdo! Segundo acto teatral. Pero como se me podía olvidar mi guion teatral, hay que estar loco de otro modo, yo sería ordinario. En ella floreció una flor de loto que se convirtió en un árbol divino al instante, entonces recogí una rama a la cual denominé brote mortal; no obstante, para comprobar que su descendencia era pura de la flor de loto la probé en aquel hombre que le faltaba un toque de sangre a sus lágrimas, no era perfecto el azul para mí, ¡TENIA QUE SER UNA OBRA MAESTRA! Y el rojo es color primario; un destello surgió de brote mortal hasta alcanzarlo por lo que ese insignificante humano no soporto el toque suave de mi brote mortal. El arte requiere cierto valor le dije, mientras sus lágrimas se mezclaban con un rojo puro y hermoso ante cualquier artista como yo, pero nadie superara mi arte.
¿Sigues sin responder quien eres tú?
Después de acariciar al hombre con brote mortal, me encerraron en una ciudad llamada Klaimor. Llamaremos a este lugar mi tercer acto, era un sitio asqueroso y careciente de una obra como la mía. Después de 5 meses logre escapar de ese lugar sin alguna clase de decencia, le decía al viejo arrogante: “no soportare esta fealdad” –en estos lugares donde están los asesinos deberían darnos un lugar más decente -así que sin más elabore mis pinceles y me convertiría en un guionista teatral el cual cobraría por ello, no sería uno de esos términos burdos que denominan “sicario”. Yo sería la belleza perfeccionada, pero primero necesitaba mis artilugios y es que realmente solo me faltaban dos y.… tal vez ¡tú!... querido espectador.
El nombre de mi hermoso artilugio seria: “murmullo”, pues siempre su cuarto disparo seria el que silenciara tu preocupación para convertirlo en la especialidad de mi mente, un toque de sangre es perfecto. Debido a la magia de murmullo tenía que cargar un cañón pesado en mi hombro izquierdo, pero no importaba pues, aunque tuviera que caminar cojo, podía utilizar a brote mortal como bastón. Ya tenía todo preparado y entonces se levanta el telón, ¿Quién eres tú? ¡JA...! ¡JAJA! ...! JAJAJAJA!... tú serás mi cuarto acto y cuando tus lagrimas sean rojo grábate esto: “yo surgí de la suciedad y el fango. Yo soy la flor de loto, ¡Yo… soy belleza!”
Posdata: Este cuento está basado en un personaje ficticio.