Desde el inicio de la aventura humana, el intentar atrapar la forma en el espacio a sido una constante. Los hombres manipularon los materiales más diversos para acceder a la tercera dimensión; se constituyeron en intensos forjadores del espacio y de cómo robarle sus arcanos al barro, a los huesos, a las maderas, a las piedras y por fin a los metales.
Hoy las técnicas son innumerables y los aportes de la química, la ingeniería y la física le permiten a los actuales herederos de [[Pigmalión]], de [[Fidias]] y de [[Praxiteles]], una libertad creativa que [[Miguel Ángel]] ya hubiese deseado.
Pero esto es en otros mundos, en [[Panamá]] la escultura es un arte secundario, sino inexistente. ¿Por qué?, vaya Ud. a saber. Nuestros vecinos de [[Costa Rica]], [[Colombia]] y el Caribe han mantenido vigente y activa la labor escultórica con nombres importantes a nivel mundial. Baste señalar, de la patria de Max Jiménez Huete, al gigante Francisco Zuñiga, y a una horda de excelentes obreros de la forma como Jiménez Deredia, Leda Astorga, Manuel Vargas, Olger Villegas Cruz, los hermanos Edgar y Franklin Zuñiga, por mencionar sólo unos cuantos. De Colombia, ni se diga, allí están los nombres seminales de Negret, Ramírez Villamizar, Arenas Betancourt, el mismo Botero. Y podríamos nombrar muchos más en toda el área.
Pero Panamá, es Panamá; y tal vez somos más propensos a otras acciones (algunos anotan el color de nuestros pintores, habría que ver). Pero, sí, ha habido [[escultura]]; sin ambages señalamos al Maestro Carlos Arboleda como la figura de mayor prestancia, y hay otros esforzados como nuestro desaparecido amigo Justo Arosemena Lacayo, que realizó lo medular de su obra en Medellín, como el Maestro Mario Calvit y sus estructuras constructivas en material ferroso, como el Maestro Simón Esteban Medina Fernández, como Lloyd Bartley, como el Che Torres, como Guillermo Mora Noli y algunos otros que contra toda opción se atrevieron.
El escultor y poeta salvadoreño, Benjamín Saúl, anota: “Escultura, volúmenes / y espacios, moviéndose a nivel del aire. /// Por huesos arbolados que someten superficies / y afilan los extremos de humana suavidad (…) / - alto mar del hombre – es escultura.”
LEONCIO M. AMBULO PÁEZ, es uno de estos extraviados nombres, de nuestra cicatera cultura, que se entregó al denodado esfuerzo de trabajar las formas y los metales. Hay pocos datos fidedignos, tal vez en la memoria del maestro Eudoro Silvera queden los últimos vestigios de esta vida callada, persistente y útil. Los investigadores de RESCATE DEL OLVIDO, de seguro están en tan meritoria labor como será la restitución pública de un nombre que no puede faltar al hacer el balance de lo poco que es nuestra escultura. Cual anotase en alguna conversación el Maestro Medina Fernández: “ …esa llama en los artistas, que nunca se apaga, es una luz permanente que conservamos en nuestros corazones y en nuestras mentes; nosotros le obsequiamos al público algo de lo que tenemos en nuestro ser…”.
AMBULO PÁEZ vivió en Chiriquí y aquí dejo plasmado su arte en el principal espacio público que tuvo la ciudad de David por mucho tiempo: el Parque de las Madres. El conjunto escultórico que engalana este ámbito es de su autoría. En “Historia de la Ciudad de David”, obra editada en 1974 por el Municipio de David y de la cual son coautores el Doctor Alberto Osorio Osorio, el Licenciado Gonzalo Salazar y el poeta Arnoldo Díaz Wong (Medoro Lagos), se mencionan referencias a este proyecto; siendo precisamente este último, Díaz Wong, quien anota en la página 353, en relación a lo tratado: “El terreno donde se erigió la señalada obra fue donado por el caballero César Contreras. El costo del mismo fue de diez mil balboas. El artista nacional Leoncio Ambulo, fue el fundidor del bronce de estas imágenes que formaron el conjunto del monumento. Al presidente mártir José Antonio Remón Canteras, le tocó el honor de inaugurar dicha obra.”.
Por su parte la pintora Diana Brugiati, quien a través de su padre Italo Brugiati (pintor que trataremos en entrega futura), mantiene alguna memoria del escultor AMBULO PÁEZ, nos acota que: si bien vivió y trabajo como docente en el Félix Olivares Contreras, en los tiempos en que laboraron en ese centro de estudios los profesores Simón Medina Fernández y Saucedo y Corrales (mejor conocido como El Rejo), quienes también se dedicaban a labores escultóricas, al parecer la personalidad retraída y poco dada a la esfera pública de AMBULO PÁEZ, no propicio la mayor difusión de su obra creativa (al respecto hay versiones que lo señalan con otra personalidad cuando vivió en la urbe capitalina). Se especula que las piezas del conjunto escultórico fueron fundidas en la Escuela de Artes y Oficios, de la ciudad de Panamá, en alguna fecha de 1953 y trasladadas a David, donde se levantó el Monumento a las Madres; trabajos culminados en diciembre de 1954, cuando es inaugurado el 8 de ese mes. La memoria de AMBULO PÁEZ se pierde con la partida final de los promotores del proyecto, el último el maestro de periodistas Don Manuel Ramón Guerra. Reciente el escultor Yun Fuentes fue comisionado para restaurar este patrimonio del pueblo chiricano y hoy luce algo remozado, pero su autor continúa en las más oscuras sombras del olvido. Ojalá no por mucho tiempo. Que nuestra comunidad reconozca que la memoria histórica es imprescindible para la permanente construcción de la Patria, si es que nos queda algo de ella todavía.
Cual nos afirma Leonardo: “El gran amor nace del gran conocimiento de aquello que amamos, y si tú no lo conoces, no podrás amarlo o lo amarás pobremente.” Reencontrémonos con nuestras raíces, que la cultura sea norte de este Panamá que merece mejores hijos.
De nosotros depende.
Manuel E. Montilla
David, Chiriquí, Panamá
Agosto de 2009
Apartado Postal 0426 – 01137
Teléfono (507) 6687 1607
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