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       Esta pequeña granja, está ubicada a muy poca distancia del pueblo, y su dueño es Don Berto. Según sus relatos, perteneció a una familia muy pobre de la zona, que siempre supo trabajar para otros.- Su pensamiento desde muy joven, era el de tener su propia granjita, cultivarla, tener sus animalitos, y si es posible una compañera.-

  Pisando los treinta años, decidió con unos ahorros, comprar una pequeña fracción de campo, que no llega a una hectárea.-

   Hizo su ranchito, muy humilde, pequeño, con las necesidades mínimas de una vivienda, para formar una pareja.-

   Muy pronto llega a su vida Doña Juana, una paisana aguerrida, muy inquieta, de ojos grandes, y robusta.- Justo lo que precisaba Don Berto para su granja.-

  Comenzaron a trabajar la huerta, con un viejo arado de mancera que le había regalado un vecino, conocido como el viejo Pancho.-

   Lo más feo que tengo dijo Don Berto, es el camino de tierra que une su rancho con la carretera que va al pueblo.-

  Después de algunos meses empezaron a verse los frutos de la chacra, con una hermosa cosecha de zapallo.-  Se fue al pueblo, vendió una parte, y con el dinero compra una chancha.-

   Pero aparentemente la siembra de maíz, viene muy buena, y en pocos meses, se levantará la cosecha.-

   Para ese entonces contaban con cinco gallinas, un gallo, dos patos, y un loro parlanchín.- Una mañana cuando se levantan tenían la visita de un perrito. Se encariñaron, y quedó en la familia.-  Había que ponerle un nombre, y cómo había venido por la mañana le pusieron “Mañanero”.-

   Un tejido de alambre y cuatro palos hacía de gallinero precario, porque había necesidad de que estuvieran encerradas, para juntar algunos huevos.-

   El traslado de la cosecha al pueblo cada vez se le hacía más complicado, y con la ayuda de un vecino, construye un carrito pértigo y  usará su caballo flaco, para esos fines.-

   A muy pocos metros del rancho se ubicaba la letrina, vieja costumbre en la campaña.  La sombra de un ombú frondoso, servía de respiro en los días calurosos.- Pero el pozo de balde había quedado un poco lejos, ya que la vertiente encontrada era muy buena.-

   Se levanta la cosecha de maíz, y con parte de su producido Don Berto y Doña Juana deciden comprar una vaca.-

   La vaca era del amigo” Don Ruperto”, que según él, le alcanzaba con otras vacas que tenía en su rancho.- Mal acostumbrada la vaca, lenta en su andar, y con algunas mañas.-

   Doña Juana era la encargada de ordeñar, y le puso la “vaca perezosa”  Pero no crean que la chancha no tenía lo suyo, si no le daban de comer bien temprano, intentaba romper el chiquero.- Le pusieron la “Mimosa”.-

   Sus vidas transcurrían en forma apacible, sin muchos apuros, y en los ratos libres, practicaban para encargar un niño. Para ser felices no se necesitan fortunas, habiendo amor y comprensión se llega a la unión verdadera.

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