Paseando con mi nieta de ocho años por la ciudad y centros comerciales, encontramos varios papás Noel. Ella, desde la inocencia e ingenuidad de su edad me dijo: abuelo, estos no son verdaderos, pero Papá Noel si existe y yo lo conozco en persona.
En el pueblo donde vivían, por cuenta de la alcaldía, en un diciembre de hace dos años, un Noel contratado se sentó en un trono y por turnos acomodaba sobre sus rodillas a los niños que estaban en fila, a mi nietecita le regaló un osito de peluche y le dio un abrazo cariñoso. Según ella este sí era el verdadero.
Edgar Tarazona Angel