Este caso lo escuché hace años en mi pueblo de la infancia (Chipaque); se refiere a una pareja campesina que vive sola en su pequeña finca con sus animales, su huerta y sus animalitos.
Esto no tiene nada de raro, el asunto es que ella tenía una Fe como para mover montañas y ante todo lo que ocurría en la cotidianidad agregaba: “¡Si Dios quiere! El pobre hombre estaba aburrido de tanto escuchar el estribillo, algo así como:
- Vieja, esta noche va a llover.
- Si Dios quiere.
- La cosecha se va a dar muy bien.
- Si Dios quiere.
- Mañana voy a bajar al pueblo.
- Si Dios quiere.
- Los muchachos vienen para el día de la madre.
- Si Dios quiere.
Esto ya no sonaba a Fe sino a cantaleta y el viejo estaba hasta la coronilla con la muletilla de su esposa. Una noche la señora despertó alertada por ruidos sospechosos y rebulló al viejo para que saliera a ver qué pasaba. El hombre, sumiso como siempre, se armó con la escopeta y, alumbrado con la linterna, fue a dar una vuelta…
Cuando regresó, le dijo sin esperar preguntas de su mujer:
- ¡Vieja, si Dios quiere, se robaron todos los animales!
Edgar Tarazona Angel
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