Sin pretender saber cada respuesta, hoy acepto que el amor me ha ganado. Ciertamente hay asuntos que rozan el límite de lo "no interpretable". Acepto a la vez, que la sensibilidad me ha delatado. Es que ya no tengo opciones para huir o una ciudad para perderme, mucho menos boletos de un tren saliendo a Berlín. Alguien diría que en este caso perdí. Yo diría tal vez sí. Es que yo he perdido mucho: Mi ego por ejemplo se ha ido al carajo, entre los símbolos de la sociedad, en total silencio. No niego que hay cosas que cuelgan en mi imaginación, que veo gatos tocar violín en el fondo de esas terrazas, a Neruda sentado en el sillón de atrás, Galeano diciéndome "La utopía, la utopía está en el horizonte..." y una muestra de nubes con diferentes colores. Estoy aquí, sacando la inspiración de los barrotes de una ventana.