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Mis queridos lectores  hoy quiero compartirles una situación personal que me tiene inmersa en un mar de confusiones emocionales porque me pone al frente de una actividad social que está inmensamente distante de mis posibilidades económicas.

Cómo les parece Amigos que mi gran amigo de toda la vida, un señor viudo de sesenta y tres años de edad se casa con una distinguida señora de 55 años de vida también viuda.  Ambos personajes exitosos profesionales y, obviamente pertenecientes a la gran élite social y económica de la capital.  Hasta aquí sin novedades en el frente, todo normal.  Sencillamente dos ricachones viejos se casan y ya.  Pero…

Sucede que como son gente con un gran prestigio social y empresarial, entonces no les es suficiente con casarse sino  que tienen que hacer una gran recepción para compartir con familias y amigos su gran momento.  Tampoco esto tiene mayores peripecias, se trata de una fiesta para celebrar un matrimonio y ya.  Sin embargo, ya empieza uno a preocuparse por algunos detalles fácilmente previsibles: ¿¡qué me voy a poner!? ¡ah y los zapatos, joyas, etc…!  y ¿qué voy a llevar de regalo?.  Allá todo sobra, nada se necesita y entonces?, pero como me voy a aparecer por allá sin un detalle, imposible no?.  Créanme mis apreciados  leyentes  que yo no soy la única que anda con estas preocupaciones, mi marido está peor de perturbado que yo, al respecto;  puesto que sin ser unos harapientos,  ni ordinarios, ni miserables, tampoco damos la talla de la exigente gala a la cual somos invitados de honor.

Sin siquiera haber resuelto nuestras inquietudes sobre nuestra presentación a la fiesta, nos llega la tarjeta de invitación.  Para que subrayar el gusto y la elegancia de esta etiqueta.  Sencillamente deslumbrante leer el protocolo exigido para la ocasión: damas, vestido largo y caballero, guayabera blanca…

Mi marido inicialmente protestó, pero finalmente se convenció de que era lo más cómodo.  Pero yo, por favor leedores… si es que todos pasamos ya de los sesenta…

Con 1.50 cm de estatura y 70 kg de peso, cómo quedo con vestido largo?, cómo salgo de esto?, y eso, irá con zapatos altos?, yo no sé caminar con eso; ¡¿ah, verdad y cómo salimos del tremendo lio del regalo?!.  Indiscutiblemente nosotros no queremos quedar como los de menos, entonces yo le di cuatro opciones de regalo a mi marido:

·         Una pintura de Leonardo Da Vinci o

·         Una escultura de Miguel Ángel o

·         Un tour por Europa o

·         Una isla, aunque sea en bocagrande.

… y mi marido muy serio y pensativo me contestó sin mirarme a la cara:

·         Para ese regalo tan solo tengo $200.000.oo

 

PLOP

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