Es algo obvio, son hojas blancas las que sostengo y en ellas me empeño en escribir, ¿sobre qué? , ¿de quién?; he tenido tiempo de pensar en ello, sin llegar a saber si me equivoco. Que digo, desvarió cruelmente; ¿dudas?, la mente es tan insignificante al tratar de resolver los problemas que no existen.
Aquí, recargado en una puerta del metro te das cuenta de lo innecesario de ver rostros si puedes ver todo a través del reflejo, s aves lo que tienen, ven y escriben, gracias a las múltiples imágenes que se deslizan y proyectan en diferentes direcciones. Semejante fenómeno no es total, a este escapan las palabras que al chocar contra semejantes espejos no siguen las leyes de la luz, se transmiten por otros medios.
- En un momento llegaremos a la estación Tepalcates.
Vaya obstáculo para alguien buscador de observaciones totales…
- Como te iba diciendo guey.
- Cuenta, cuenta.
- Verás, yo estaba enfrente y ella a lado.
Podía escuchar claramente estas conversaciones, para eso estaban los oídos; serian inútiles si no pudieran comunicarnos las palabras ajenas. Debo aceptar que semejantes aparatos auditivos tenían sus límites personales, no podían captar aquellos entes indeseables aparecidos a nuestras espaldas; los murmullos lograban escapar a tan servicial sentido, aún con todos los esfuerzos puestos en práctica.
- En un momento llegaremos a la paz.
Seguía descompuesto, debían quitar ese sistema si no va a decir la estación correcta…
- ¿Cuántas nos faltan?
- Unas cinco estaciones
- Umn…
El eco aquí no existe; bien diría en decir, su ausencia se debe a la hora. Con el descenso de varios pasajeros volverán a adueñarse de las instalaciones, repitiendo cualquier sonido sin importar lo pequeño que sea; lograremos proseguir con los análisis, ahora minuciosos y exactos al tener solamente unos pocos ejemplares.
- En un momento llegaremos a los reyes.
Observación total…
- ¿En cuál vamos a bajar?
Observación total…
