Lluvia, Serena y Niebla
No te vayas lluvia, te doy permiso para que te escurras por toda mi piel sin esquivar nada como ya lo hiciste una vez, escúrrete por el desierto que llevo escondido debajo de mí y que todavía no has descubierto; mójame otra vez que tus labios dejaron la peor intención sobre los míos antes de que te fueras, antes de concluir con el frío de mi aliento andando por tu cuerpo; no te vayas porque después de ti el silencio me arranca en pedazos para arrastrarme a su olvido; me derrumbo incipiente recuperando la simpleza de extrañarte sin que nadie me vea suplicando tus espectros, sin que soples tu veneno en polvo a mi corazón para ver si por fin me muero, sin ti forastera y con tanto frío, no te vayas. Mientras me ves reír a media luz de mi ventana, tu bailas sola en la infancia de la noche, siguiendo mi vals, a ritmo y compás, a silbido del viento elevándote al girar, y lo haces frente a mí, y no me invitas; cuánto quisiera que tus dedos se perdieran en mi espalda y luego se derritieran, para llegarte a oírte más y decirte más, que nunca termine; cuánto soñaría por estar en medio de tus círculos para mezclar otra vez la magia y la intensidad de la locura; cuánto daría hoy por ti pero vienes y juegas y luego te vas. Ahora no te vayas niebla que justo esta noche mi melancolía te vestirá de blanco y que dos segundos antes del alba yo tenga que consumirme dentro de tus risas apasionadas, que tengamos tan solo una idea para descubrirnos besándonos mas allá de todo; y es que siempre te vas sin concretarme nada, a mitad del camino, aun estando conmigo toda y todas las noches, me desespera saber que de tantas lunas que yo he visto yo siempre tenga que extrañar la tuya. Mientras te marchas como siempre serena yo me trago la pasión que me sobró, porque cuando tú vuelvas a jugar sobre mí no tendré compasión sobre tus entrañas, aunque vea que afuera ya escampó, aunque tu ausencia bese el cristal de mis lágrimas, viendo cómo te retrocedes y te esfumas hasta llegar a tus cielos, como hoy.
