LA OBRA DEL SEÑOR.
¿Cómo explicar que hay personas que predican el Evangelio y viven dicen ellos el evangelio, y ni siquiera han visto la obra del Señor? ¿Cuál es según ellos la obra de Dios? Ellos dicen “La obra del Señor es la creación del universo, del hombre, de las plantas, los animales, los ríos y los mares” Pero ¿Es esta la obra del Señor que Él nos ha mandado a apreciar?; No se han dado cuenta que aquellas cosas son tan solo instrumentos, herramientas, ingredientes, adornos e ilustraciones de la más grande obra que el Señor está ejecutando en este momento.
La obra del Señor no son el Sol, la luna, las estrellas, las aguas, la tierra, el hombre carnal, los seres vivientes; Sino que más bien la obra del Señor es aquello que el Señor persigue con todas estas cosas; ¿Qué persigue el Señor con la creación de todas estas cosas? Llegar a hacer un día del hombre, su imagen y su semejanza; Todas las cosas están ahí para ese fin, para que el hombre despierte en sabiduría, en amor, en perdón, en clemencia, en benignidad, en paz, en ciencia de Dios; Para eso son todas las cosas visibles, para que el hombre vea en las cosas hechas aquellas cosas que le permitirán abrirse paso hacia la semejanza y la imagen de Dios; Porque a como está escrito “Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa” De forma que ¿Cómo conocer a Dios? ¿Cómo ver a Dios? A través de todas las cosas creadas por Él.
El hombre se ha acostumbrado a ver el aspecto de las cosas creadas, todos dicen “Qué bonita es la creación de Dios, es maravillosa, es bella” Pero tan solo ven el aspecto, no ven lo que Dios quiere que en ellas veamos, son ellos como aquellos que se enamoran de sus maridos o de sus esposas por su apariencia, por tener una bonita figura, por tener bonitos ojos, por ser piel morena o blanca, se enamoran de los haberes de sus amados, y no se enamoran de su corazón, de su ímpetu, de sus dones; Así son los que en las cosas que Dios creó solo ven el aspecto.
Cuando Cristo vino nos habló por parábolas ¿Por qué? Para enseñarnos que en las cosas hechas tenemos que apreciar la enseñanza que para nosotros Dios escondió en ellas, al hablarnos en parábolas implícitamente nos insinuaba que aprendiéramos a ver la creación de una manera distinta, que aprendiéramos de Él, porque así como Él tomó las cosas creadas para ilustrarnos las cosas invisibles de Dios, así también nosotros tenemos que aprender a tomar las cosas hechas como la referencia visible de las cosas invisibles de Dios; No sé si me explico, no sé si me doy a entender; Estamos acostumbrados a decir “Qué bonitos son los árboles, los ríos, las montañas, los volcanes, las estrellas” pero no somos capaces de preguntarnos ¿Qué quiere Dios mostrarme a través de esto o de aquello?
El Señor nos dice “Los cielos cuentan la gloria de Dios, Y el firmamento anuncia la obra de sus manos” ¿Ves entonces que el firmamento no solo brilla para alumbrar la noche? Sino que a través de él, Dios anuncia su obra, ¿Cuál obra? La gran obra que hoy está en ejecución y de la cual mañana veremos los resultados; La obra de Dios no son las pequeñeces de este tiempo; Esto que hoy vemos es tan solo un aperitivo, un anuncio de aquello que Dios hará. El Señor Jesucristo dijo “Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra” De manera, pues, amados hermanos que se toman su tiempo para leer estas reflexiones que les publico; Que el Señor Jesucristo es claro y tajante al decirnos que Él ha venido a acabar la obra de aquel que la comenzó; Así que todo aquello que vemos es tan solo el rudimento, es el cimiento, es solo la obra tosca, a todo ello le falta el acabado final, y este acabado es lo que Jesucristo ha venido a hacer; El hombre que ves, es la obra bruta, pero el hombre que no ves, es la obra acabada, así que la gran tarea es hacer visible al hombre invisible y hacer invisible al hombre visible o más bien, desaparecer y desechar al hombre visible.
Todo aquello que ves está ahí para sernos útil, y claro, me dirán, sí que nos es útil, mas nosotros damos una utilidad natural, porque el hombre terrenal es natural; Pero cuando somos espirituales, debemos dar a las cosas creadas una utilidad espiritual, no podemos ser como el hijo pródigo que recibiendo la herencia la malgastó, sino que, debemos tomar la herencia y sacarle un mejor provecho; A las obras y maravillas que Dios nos ha dejado a la vista debemos darle la utilidad justa y necesaria para lograr en nosotros aquello que Dios se planificó para nosotros, hacernos a su imagen y a su semejanza en todo.
¿Cómo hacen digo yo, aquellos que teniendo veinte años, treinta años, o cuarenta años en el evangelio no han podido apreciar la obra de Dios? Porque es el apreciar la obra lo que nos afirma en la fe, entonces, podría asegurar que la fe que aquellos profesan es falsa, y el espíritu que los guía es un espíritu de engaño, porque, yo en tan poco tiempo he logrado apreciar la obra de Dios, y quizás aún me faltan muchas cosas que apreciar, pero he tomado un gran sabor al deleite de observar la obra de Dios, entonces, he podido conocer la fe, y he aprendido a vivir por ella, por alcanzar que mi fe crezca al menos del tamaño de una semilla de mostaza.
El Salmista nos dice “Jehová cumplirá su propósito en mí; Tu misericordia, oh Jehová, es para siempre;
No desampares la obra de tus manos” De modo que, la obra del Señor es el propósito Él que tiene para con el hombre, es el hombre la razón de todas las cosas hechas, la edificación de su santuario, la edificación de su templo, y su templo es el hombre; El propósito de Dios entonces en mí, es hacer de mí su espejo, su imagen y su semejanza, y Él cumplirá con su propósito, porque soy yo la obra de sus manos; por eso Él dice “No desampares la obra de tus manos” de manera que, la obra de Dios en ejecución somos nosotros, ¿Porqué no dejamos que Dios nos edifique? ¿Por qué nos negamos al propósito que Dios tiene en nosotros? ¿No sabes que si nos dejamos edificar y no ponemos resistencia, un día se cumplirá lo escrito “Haz resplandecer tu rostro sobre tu siervo” Porque, estamos destinados a que el rostro del Señor resplandezca sobre los nuestros? Despertaremos aquella gran cualidad y calidad al fin de los tiempos aquellos que en su palabra perseveramos, aquellos que aprendamos a apreciar la obra de sus manos, aquellos que no nos resistimos a su edificación en nosotros.
Piensa y considera, ¿Porqué Dios nos manda a amar a nuestros semejantes como a nosotros mismos? Porque todos estamos destinados a reflejar el rostro de Dios un día, todos estamos destinados a alojar su Espíritu un día en nuestros corazones, por eso, amar al prójimo como a nosotros mismos, no está lejos de la realidad, porque en el prójimo no vemos a otro sino a nosotros mismos, los cuales un día serán si Dios lo permite, espejos del Altísimo; Porque todos estamos destinados a la unidad de Dios, estamos destinados a ser uno con Dios, así como Cristo es uno con el Padre, porque Cristo dijo “Y ya no estoy en el mundo; mas éstos están en el mundo, y yo voy a ti. Padre santo, a los que me has dado, guárdalos en tu nombre, para que sean uno, así como nosotros” Destinados estamos a ser uno en Cristo, y en Cristo, uno con el Padre; Porque si muchos se asustan cuando oyen decir que el Padre, el hijo y el Espíritu santo son uno; Entonces admírense mucho más, cuando sepan que al Padre, al hijo y al Espíritu Santo, nos uniremos muchos y muchos. Somos entonces los que hemos sido engendrados en el Señor, uno con el hijo, y el hijo es uno con el Padre, entonces, entraremos en el Padre a través del hijo, imagen y semejanza del Padre seremos todos, por eso Cristo nos llamó “Hermanos” porque habremos alcanzado la unidad total y plena, la gran obra del Señor, entonces es hacer que el hombre quepa dentro de la unidad de su plenitud.