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Nada aquí…

 

Nada aquí, ni un recuerdo. Hoy vivir se reduce a un cenicero con cigarrillos que se consumen lento, porque al igual que yo esperan su primer momento en una historia de amor, un amor vibrante, verdadero, que me haga deshojar pensamientos por todo mi cuarto. No hay ruido en la soledad; tengo miedo de que si miro hacia atrás el tiempo no intente regresar para que yo pueda visitar una playa y calque las huellas de mis pies, dejando constancia de mi vida en este mundo frente a cada atardecer, de cada día nuevo.


Nada en mí, ni una despedida; ni las dulces intenciones de una caricia recitadas por unas manos arrugadas, heladas como el desprecio, que un día rompió la sonrisa subtitulando un te quiero, y luego se fue, con la mentira de que amar es una lotería que siempre iba a ganar. Hoy no hay emoción en la música porque no hay emociones vividas, apenas el brillo de un cuarto de luna, apenas el bullicio de todos afuera, de mi existencia en la penumbra tras la pared de viejos ladrillos, delirando con lo que nunca fue y luego olvidándolo.


Entonces, escucho susurros de otras vidas al abrir la ventana, y tras la reja, luzco con orgullo mi desesperanza, porque los tiempos mejores no son para todo el mundo, al igual que el amor, al igual que una noche donde las promesas se vuelven tan bonitas tras un beso dado con pasión, tras un abrazo y su calor. Aquí escribo la declaración que siempre temí dar, que si hoy me resigno a no soñar tendré que detener el corazón.

***


 

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Evgeny Zhukov Siempre hay que soñar. Siempre hay que tener la esperanza. El amor siempre está a tu lado, así muchas veces no lo veamos. Es un monólogo muy bonito.
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