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Pobre Madre mía. Tus hijos no te merecemos. No somos dignos de ti. Hemos revuelto tus entrañas, hemos drenado tu sangre, hemos quemado tus cabellos y hollado tu piel. Te hemos destrozado y lo seguimos haciendo, a pesar de las evidentes señales de dolor que nos manifiestas.

Tus lágrimas se han vuelto ácidas, pero eso nos tiene sin cuidado. Tus aguas cada vez son más escasas, pero igual las seguimos contaminando. Envenenamos tus entrañas con pruebas radioactivas, destruimos cientos de años de vida a futuro, e igual nos tiene sin cuidado. En búsqueda del oro negro, hemos destruido y contaminado lo puro, pero igual nos tiene sin cuidado.

Nuestras acciones no tienen perdón alguno, Madre. Nuestras acciones no tienen sentido alguno, Madre. Nuestra forma de ser no tiene justificación alguna, Madre. Nuestra existencia es mera ilusión, creada por nosotros, negando tu existencia y ese lazo que a Ti nos une, sin el cual no podríamos existir. Pero eso también lo hemos ignorado, Madre. Te hemos violado una y otra vez, sin importarnos ni tu bienestar, ni el nuestro.

Nos has dado todo, Madre, y lo has hecho gratis. Lo único que nos pediste alguna vez, en un antaño que pocos ancestros lograron transmitir a nuestros días, es que te cuidemos y amemos como tú nos amas… Pero te hemos fallado, Madre… Te hemos fallado.

No sé si todavía estemos a tiempo para cambiar esto, Madre. No sé si todavía podemos de alguna forma enderezar lo que te hemos hecho, Madre. No sé si nosotros, tus hijos desalmados, descorazonados, ruines, avaros y destructores, podremos en un mísero porcentaje deshacer lo te hemos hecho.

Nuestras acciones no tienen perdón, Madre. Nuestra existencia carece de sentido, Madre. Nuestra forma de ser nos ha vuelto incompatibles contigo. Destrozamos a nuestros hermanos menores, alegando que somos superiores a ellos. Hemos destruido millares de de ellos… Jamás volverán a procrear, jamás volverán a aparecer… Y día a día seguimos prosperando en esa destrucción, afanando nuestra propia destrucción… Dispuestos a llevarnos con nosotros a tus hijos, tus criaturas y a ti misma…

Nos ha dejado de importar nuestra descendencia, Madre…

Quisiera pedirte perdón, en nombre de todos nosotros, Madre. Pero sé que eso es inútil. A pesar de que existimos todavía quienes te honremos, no lo hacemos como te lo mereces… Tampoco podemos detener a los que no lo hacen… Y menos luchar contra los que te destruyen…

Perdónanos, Madre, si puedes… Es lo único que puedo exprimir desde el fondo de mi alma avergonzada… Cada vez que veo lo que te sucede, me siento como Judas frente a Jesús, ya que con voluntad o sin ella, soy partícipe todos los días de lo que te sucede, de lo que te hacemos…

No sé de qué otra forma expresarte lo que siento… Es mi dolor, mi vergüenza y mi pasión ser parte de aquello que te destroza…

Perdónanos a todos, Madre, aunque no lo merezcamos…

Lo único que deseo, Madre, es que en el futuro, cuando ya no estemos, Tú permanezcas aquí, y tengas hijos que te sepan cuidar y honrar…

Hacer lo que debimos haber hecho, y que olvidamos…

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