“Ya mis amigos se fueron casi todos
Y los otros partirán después que yo
Lo siento porque amaba
Su agradable compañía
Mas es mi vida, tengo que marchar…”
Así dice la canción de José Feliciano y su letra me llega en un momento de vida donde parece escrita para mí. Muchos de mis amigos se fueron del país, otros viven en diferentes ciudades a la mía y no aparecen en las redes y nadie da razón de su paradero, pero otro grupo, también grande, se marchó para siempre porque ya no están en este mundo.
En algunos casos he publicado un escrito sentido por el fallecimiento del amigo de turno que dejó esta vida; no siempre escribo y no siempre me entero a tiempo de su deceso y, a pesar de no ser muy sentimental y blando del corazón, pienso que con su partida algo muy dentro se quebró, sobre todo con algunos como Orlando Malo y su hermano Nicolás Colacho, que se fue la semana pasada.
A la altura de mi séptima década la lista es extensa y, como dice la canción, otros partirán después que yo; nadie sabe cuándo, cómo ni dónde le toca su hora. Pienso que así es mejor, ¿Que tal vivir a sabiendas las respuestas a estos tres interrogantes? Prefiero seguir mi transcurrir en el mundo sin afanarme por el momento en que me toque salir. Todos los seres vivos tienen que morir, es ineludible.
Edgar Tarazona Angel