UNA FLOR EN EL OCASO
Esta historia originalmente fue escrita como un relato corto. Una lectora de esta página literaria le ha gustado mucho el texto y decidió interpretarlo teatralmente. Atento a ello, resolví transformar el relato en un “guión” (es más para cine pero se puede adaptar al teatro) y lo subí a la WEB para que todos puedan compartir este género y hacer sus aportaciones, de creerlo conveniente.
La obra se estructura en un solo acto con tres escenas cortas. V.O. (“voice over”) significa monólogo interior en el parlamento del personaje. Dicha voz puede ser dicha por la misma actriz “pregrabada” y hecha a oír por parlantes del escenario mientras actúa o también puede ser dicha por “otra” actriz en off. Los comentarios en paréntesis son las instrucciones generales que se le da al actor para su interpretación.
ESCENA I
INTERIOR – RESTAURANT / PARIS – NOCHE
El restaurant es elegante, mesas y sillas de caoba. Comensales bien vestidos acorde a los años 50. Las mujeres lucen alhajas y los hombres trajes sobrios. Hay una entrada amplia, algunas mesas, una barra y luego un segundo habiente, de igual dimensiones pero al aire libre. Es una terraza con vista a la torre Eiffel. Madeleine es una chica de 30 años con un vestido rojo ceñido al cuerdo, pelo rubio recogido y zapatos negros refinados. Lleva una cartera amplia. Está parada en el umbral del restaurant y un mesero vestido de smoking, peinado a la gomina y con delgados bigotes, se le acerca muy solicito, con una carpeta en la mano.
MESERO
Buenas noches madeimoselle. ¿Le puedo servir en algo?
(La observa de arriba hacia abajo y luego de abajo hacia arriba con gran altanería y superficial galantería).
MADELEINE
Tengo reservada una mesa para dos. Mi nombre es Madeleine Feraud.
(Mira hacia su alrededor y observa a los comensales mientras espera la respuesta)
El mesero abre delicadamente su carpeta y con parsimonia lee el listado. Tose discretamente antes de responder.
MESERO
¡Aquí está! Efectivamente, la mesa está reservada. Tenga la bondad de acompañarme por aquí madeimoselle.
ESCENA II
INTERIOR – RESTAURANTE /TERRAZA ABIERTA - NOCHE
Los dos caminan entre las mesas y pasan al segundo ambiente. Es abierto, una terraza con vista a la torre Eiffel. Madeleine se sienta con mucha feminidad.
MESERO
Que va ordenar
MADELEINE
Una botella de vino Chateau Vieux
MESERO
¿ De cuál bodega ?
(Pregunta y observa irónicamente)
MADELEINE
De la más cara
(responde con determinación)
El mesero se sonríe discretamente. Se retira y luego vuelve con la botella. Le muestra la etiqueta, la chica asiente y le sirve en el vaso. Luego se retira raudamente.
MADELEINE (V.O.)
De solo pensar la fortuna en francos que me costó este vestido me hace temblar. Pero vale la pena.
El rojo purpura contrasta excelentemente con su pelo rubio. Además, su silueta es esbelta y resaltas su feminidad, me dijo esta mañana la vendedora; ¿cómo si yo pudiera creerle a ellas?
¡Farsantes, hipócritas! Aunque en esta ocasión, creo que tienen razón o por lo menos, quiero creer eso.
Mira a su alrededor y una pareja de hombre y mujer, canosos y bien vestidos, la observan con desprecio y murmuran entre ellos.
MADELEINE (V.O.)
¿ Se deben estar preguntando que hace una joven mujer, con un fulgurante vestido ceñido hasta más no poder en ese lugar y sola? ¡Momias insulsas! Tendrán dinero pero no tienen juventud como yo. No me importa. Mi futuro está por cambiar. Lo sé. Bueno, espero eso.
(observa a esa pareja de ancianos con beligerancia)
Madeleine toma un vaso de vino y luego se sirve otro y lo toma también. De su cartera extrae un atado y se lleva a la boca un cigarrillo. El mesero, que la observa desde lejos, se le acerca de inmediato y le da fuego.
MESERO
¿Está todo bien madeimoselle?
(Guarda el encendedor)
MADELEINE
Por supuesto
(Responde mirando a los ojos del mesero)
MESERO
¿ Retiro la botella madeimoselle ?
MADELEINE
No. Espero a alguien. Retíerese.
(Responde con voz aletargada. El alcohol le ha hecho efecto, aunque pronuncia claramente las palabras)
El mesero se retira lentamente.
MADELEINE (V.O.)
¡Qué insolencia! ¿Acaso debe pensar que estoy ebria? No le voy a dar el gusto. Tengo mi dignidad.
(Mira hacia arriba y luego vuelve la mirada a la mesa)
Oh Dios, me veo ridícula. ¿ Qué hago aquí ? No, no. Debo serenarme. Tranquilizarme. No perder la compostura. Pierre llegará en cualquier momento y todo se arreglará. ¡Como tarda! Mi reloj parece estar pintado, sus agujas se han petrificado.
(Mira el reloj discretamente).
¿Cómo será él? Solo me dijo que tenía veinticinco años. Además, que estará vestido con una chaqueta parda y tendrá en sus manos un libro. ¿Cuantos hombres pueden entrar en este lugar con esas características? Solo uno. Lo reconoceré al instante. El servicio de citas no me defraudará. Fui una estúpida al contratarlos pero que podía hacer. Tengo treinta años y soy una solterona. Los hombres no se fijan en mí. ¿Qué pasa conmigo? Quiero amar y ser amada y nadie se vislumbra en mi camino. Solo esto. Una cita arreglada con la agencia matrimonial y una fortuna gastada en este vestido que me impide respirar, es todo lo que tengo. ¡Que patética!
(Observa a su alrededor con gesto pensativo)
El no quiso enviarme su fotografía cuando nos escribíamos, pero yo en un audaz atrevimiento, le envié la mía ¿Se habrá desilusionado al verla? ¿Me veré mal? ¿Por qué soy así?
(ojos vidriosos, casi sollozantes, pero contenidos por un gesto de orgullo)
El mesero pasa a mi lado y no se atreve a hablarme. Sé que Pierre vendrá. Toda mi vida he esperado que algo pase, que algo sea distinto al día anterior.
El gris puede definir mi vida: es gris. No es blanca ni negra, solo está en el medio de los colores. ¡Quiero vivir un gran amor! ¿Por qué se me es negado? No quiero hacer más el ridículo, debo retirarme de este lugar. Pierre no vendrá. ¡Qué ilusa! ¿Por qué le envié una fotografía? Mis cartas no fueron nada. Toda mi alma se la reflejé en esas líneas; ¿acaso no sirvieron de nada? Solo fueron una brisa en el viento, algo que nace y muere al instante.
Sus cartas eran apasionadas pero tal vez fueron solo un desahogo, una piadosa mentira, algo efímero. Nada pasará en mi vida. El gris debe ser el color más apropiado de mi vestido y no el purpura. No vendrá. Es un hecho. Ese mesero debe estar regocijándose en su interior por mi desgracia.
Madeleine vuelve a tomar el vaso de vino, por accidente se le escapa de las manos y se derrama sobre su vestido y luego cae al suelo, rompiéndose el cristal. Todos se van vuelta a mirar. Ella ya no puede contener las lágrimas y se las escurre con un pequeño pañuelo que extrae de su cartera. El Mesero se le acerca, recoge los vidrios rotos con una palita.
MADELEINE
La cuenta por favor
(la voz es aletargada pero firme. Ya se ha escurrido las lágrimas y se muestra con hidalguía a pesar del dolor que siente)
MESERO
Si madeimoselle
(se inclina con reverencia sarcástica)
Cuando va saliendo, aún adentro del restaurant, se escuchan truenos y se ve a través de la puerta principal, lluvia que cae. Sigue caminando cubriéndose la parte delantera del vestido con su cartera para disimular la mancha de vino que trae y con los ojos rojizos por la tristeza y la indignación. Sale a la calle sin importarle la lluvia.
ESCENA III
INTERIOR – HALL DEL EDIFICIO EN DONDE VIVE/ PARIS - NOCHE
Madeleine esta parada con el vestido mojado y su pelo también. Se lo ha dejado suelto. El rostro está empapado y no se le distinguen de las lágrimas, salvo por su expresión de desasosiego.
MADELEINE (V.O.)
París me resulta tan lúgubre en esta noche de desolación. ¡Cómo pude equivocarme tanto con Pierre!
Sus cartas eran tan apasionadas y sinceras. Incluso me escribió un poema para mí. ¿Todo fue una mentira?
¡Qué crédulas somos las mujeres! Siempre vemos el lado bueno de los hombres y siempre nos vamos de bruces.
Madeleine enciende nuevamente un cigarrillo y el humo la envuelve. Escucha unos pasos que vienen del final del hall del edificio, que está en penumbras. El agua que escurre por sus ojos y el humo no la dejan ver bien.
MADELEINE (V.O.)
¡ Tal vez sea Pierre que por alguna razón descabellada no pudo concurrir al restaurant y viene a disculparse!
(arroja el cigarrillo. Se ve ansiosa y agitada)
La persona se acerca, es canosa y algo encorvada. Tiene un sombrero pequeño y una barba blanca.
CONSERJE
No se asuste madeimoselle. Soy yo, Dimitri, el conserje.
(Camina lentamente hasta acercarse a la Madeleine)
MADELEINE (V.O.)
Por un minuto pensé que mi vida podía ser distinta. Que el amor podía llegar. ¡Qué ilusa soy! Nada cambiará para mí. Estoy condenada a la soledad.
(Se muestra triste y apesadumbrada).
Finalmente el conserje llega hasta donde está Madeleine. Se endereza un poco. La observa detenidamente. Se refriega un poco los ojos. Extrae unos lentes de su bolsillo.
CONSERJE
¿Se siente bien madeimoselle?
MADELEINE
Si Dimitri. Gracias.
(Responde con un hilo de voz y entrecortado)
CONSERJE
Quiero decirle que hay un joven desde hace dos horas esperándola en las escaleras. Dice que se llama Pierre y que tenía una cita con Usted pero que por razones que le explicará, no pudo concurrir.
MADELEINE (V.O.)
¡Oh Dios!...siento que todas las estrellas del firmamento caen sobre mí y me hieren con fuerza. ¡Soy como una flor en el ocaso que ha renacido en la más espléndida primavera de la vida! El amor se me ha presentado.
No sé cómo me irá con Pierre pero algo ha cambiado en mi vida: he dejado de ser gris. ¿Cómo será él? ¿Por qué no concurrió al restaurant? ¿Me veo bien con mi vestido empapado?
¿Acaso esas cosas importan ahora?. ¡Hoy es un día distinto y tengo un futuro por descubrir! Soy inmensamente feliz.
(Rostro de alegría, ojos destellantes)
Madeleine se acomoda el vestido y su pelo, aunque con poco cuidado. Pasa por delante del conserje y apresurada se pierde en el pasillo en busca de Pierre. El escenario se escurece lentamente hasta quedar a oscuras totales. Se baja el telón y luego se prenden las luces del salón.
FIN