No sé si soy un insensato cuando me dejo asaltar por estos pensamientos. Te amo y pienso en ti como la amante eterna, pienso que nuestro afecto se burlará del tiempo y la distancia, porque fenecerá primero lo infinito.
Sin embargo cuando mi razón pone al amor bajo la lupa, tal vez por el influjo de pasadas experiencias o porque lo reflejan las parejas que conozco, surgen consideraciones como ésta: El amor es más lo que soñamos, más que lo que en realidad depara. Su dominio son los sueños, el mundo de la fantasía. Inextinguible nace, efímero se extingue.
¿Pero es el amor la respuesta a un ser que nos atrae? ¿O es la causa que nos hace ver maravilloso un ser corriente? ¿No será que vivimos enamorados del amor proyectando todas sus virtudes? ¿Materializando en alguien nuestro desmedido afecto? Creo que vivimos fabricando quimeras que aplicamos cual ropaje a quien nos arrebata. ¿Pero cuántas veces coincide la realidad con la utopía? ¿Cuántas es idéntico el ser que amamos y el que anida en nuestra fantasía? Tal vez ninguna, de ahí el asombro cuando la cordura nos sorprende y descubrimos la distancia abismal entre el ser real y aquél al que profesamos todo nuestro afecto. El amor es una ilusión que buscamos materializar los hombres en todas las mujeres, que se alimenta de la novedad y que a veces persiste, que ironía, en la medida en que la seducción es imposible.
“Siempre te voy a amar porque siempre serás inalcanzable” le escribí a un amor que fue rebelde a mi conquista. Aún hoy mi corazón le pertenece, convertido en una amistad que se ha de prolongar hasta la muerte. Otro sería -tal vez cenizas- si a mi amor se hubiese sometido. Subsiste el amor mientras hay esperanza en la conquista, perdura mientras el ser amado es un cautivador misterio. El amor es un descubrimiento permanente que se alimenta de la novedad real o figurada. Pasados los momentos más sublimes del enamoramiento, en que es el corazón a toda tentación inmune, nadie puede predecir su subsistencia. La apatía y la infidelidad acechan. Cuando otros seres nos atraen el amor nos está avisando que declina. El amor es el imperio de todos los sentidos. Estímulo mayor no existe. Pero a los sentidos todo cuanto los incita, al final los satura fatalmente.
Somos proclives al estímulo inédito. Lo nuevo nos doblega. Nos hastía la sensación permanente y rutinaria.
Consientan el amor, le digo a los amantes, para que no decline, al menos, para que lentamente se evapore, y al final, si es que les toca, acepten sin rencores que tras el néctar fresco, el amor en una nueva flor se pose.
Luís María Murillo Sarmiento
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