El sol irrumpía la tarde en el cuarto de abuelita
un capullo de algodón, su cabellera lucía
Cuando corría a su lado, sus brazos me cobijaban
sentada en su sillón preferido, esperaba una caricia
Jamás escuché esbozar, una queja por mi ausencia
siempre sonriente y alegre me esperaba silenciosa
¡Como yo siendo un niño! debía conocer su interior
esa mirada tan tierna, que me reflejaba amor
Los años le habían forjado la paciencia de esperar
yo tenía por delante una vida a disfrutar
Ella solo esperaba el llamado del Señor
con el rosario en la mano, concentraba su oración
¡Por qué no le pregunté si jugaba cuando niña!
si le gustaban los dulces, si le daban caramelos
si quería mucho a sus padres, que recordaba de ellos
Cuantas preguntas quedaron, en aquel querido sillón
hoy lejos de esa escena, la nostalgia me aprisiona
¿Porque no conversé más? con mi abuelita Petrona.