Tercer domingo de junio
“Día del padre”,
y yo igual que otros,
ya sin ti…
sin mi contador de cuentos
con quien pasaba las tardes
entre príncipes y hadas,
magos, reyes y duendes de orejas largas.
Con quien jugaba matatenas, perinola,
damas chinas, las inglesas, los changuitos,
serpientes y escaleras, la polaca,
la baraja… y se dejaba ganarle,
para que esta berrinchuda
“siempre alante”, “siempre alante”,
como solía yo decirle:
¡yo primero!, ¡yo primero!
Yo la primera salida,
yo la primera jugada
y hasta las reglas del juego
si era preciso cambiaba.
Me diste tanto, padre,
tu tiempo, tu apoyo, tu comprensión
y yo… y yo ahora ¿qué puedo darte?
Una oración, una veladora,
flores en el panteón
y unas lágrimas sinceras
que brotan, no sólo de mis ojos,
también de mi corazón.
Desde aquí, felicidades. D.E.P.
18/junio/2006