Hablando de dualidades,
De la esencia del venir,
Y del futuro de pasiones,
Que son futuro porvenir.
De la evolución del hombre,
De su motivo y pesar.
De la maldad que tiene nombre,
Del bien que viene a triunfar.
Y del martirio de los amores,
De la historia del placer,
De la sazón de las pasiones,
También del diario quehacer.
De la belleza de la gloria,
De la infinidad tan pura,
Corrupta por la euforia,
Consumida por la usura.
De la divinidad de dioses,
Que ni siquiera tienen nombre,
Que busca usurpar al hombre,
A Aquel que sí es Dios de dioses.
De lo de siempre y lo mismo,
Aquello que siempre evoluciona,
Pero que frena el progreso,
Y lo convierte en tizona.
De la simpleza de las letras,
De su amor y del poeta,
De las verdades que son pocas,
Y la verdad que es escueta.
De la mentira que nos ronda,
De la avaricia circundante,
Del mal en todo su apogeo,
Del hombre que lo sigue tan campante.
De profecías y de magia,
De nuevos visionarios del tema,
Quienes presentan el pasado,
Con adornos, en una bandeja.
De quienes viven en el aire,
Teniéndolo como su amigo,
Y no comprenden que no viven,
Porque no es suyo su destino.
De los que sufren en el alma,
Y los que con el alma sufren.
De aquellos que piensan que no viven,
Y viven más que ninguno.
De aquellos que son explotadores,
Que buscan su propio sustento.
Quienes no ven en la belleza,
Ni el mal, ni el sol, tampoco el viento.
De aquellos que lo tienen todo,
Y aún, no tienen nada.
De aquellos que no tienen nada,
Y en la nada, tienen todo.
De la infinidad finita,
Que explora todos los espacios,
Y que se oculta en la locura,
Con su infinita desgracia.
De la exploración que busca,
Atravesando realidades,
Justificar su existencia,
Justificando sus propios males.
Así, de todo un poco,
Por justificarme, por hablar.
Por expresar mis pensamientos,
Sin tocar la realidad.
Lunes, Octubre 23 de 2006