Nada se parece a este mar bravío
ni siquiera tu nombre que viene a tumbos
por el agua
azotado por el viento de noviembre
Nada se parece a este dolor navío
ni al astillero
ni al mástil
ni a la bandera de tu cuerpo
donde muero
¡Qué tristes se ven los barcos
cuando zarpa.
Apenas se mueven en las dobladas olas.
En popa quedaron los ecos del muelle,
quebrados por la brisa salobre de la tarde.
Navegan silenciosos, con un pesar en el velamen,
hasta parecen que se quejaran en el silbido.
¿Qué dolor agobian a los barcos?