Las alas cansadas de tanto volar,
Un cisne contempla la lánguida noche,
Su última noche en la tierra voraz.
Tristes ideas cruzaban por su mente,
El corazón había dejado de vivir,
Había perdido su pareja hace días.
Y todavía negaba el verla morir.
Volaban juntos encima del lago,
Buscaban lugar en que anidar,
Sonó un tiro y salida de la nada
Una bala mortal a su pareja fue a dar.
Batiendo en vano sus grandes alas,
Su pareja emitió un largo llanto
Y cayó al suelo sin lograr decir nada.
Al principio él, que tanto la amara,
Descendió en picado queriendo salvarla.
Mas tarde llegó y no pudo hacer nada.
Y permaneció a su lado como un blanco ángel de la guarda.
Pasó un día entero y luego una noche
Y el cisne no podía moverse de ahí.
Su pareja yacía ante él, inerte.
Y él se negaba a dejarla ir.
Así, transcurrieron varios días,
Y él había dejado de vivir.
Sólo guardaba el cuerpo inerte,
Como si dando su vida, ella pudiera revivir.
Mas llegó el día y con él la idea
La terrible idea que todo era verdad.
Que nunca más él volaría
Con su amada en busca de la libertad.
Un grito profundo salió de su garganta
El dolor de un alma se podía oír.
Desplegó sus alas y con grandes embates
Enfiló un vuelo hacia el porvenir.
Subió y subió, hasta que no podía.
Hasta que su cabeza parecía estallar.
Y despidiéndose de la luz del día,
Plegó sus alas y comenzó a bajar.
Es triste historia de un amor perdido.
Y es un ejemplo de lealtad.
La muestra que el cisne es más humano.
Y su corazón al hombre, lecciones podría dar.
Lunes 10 de Febrero del 2003