Segunda Parte
Acaso guardas en tu pecho la furia de tus versos,
no quisieron escucharte en la plaza cuando le gritaste,
y te sucumbieron en la nostalgia de lunas y olvidos,
querías halar y como no te dejaban inventaste las letras
para no quedarte mudo,
tus dedos eran como aves de rapiña
para llegar primero a la tecla que seguía,
y a veces con tintas te manchabas las manos,
no importaban las horas,
y de ellas vivías y morías
en la blanca marquesina de papel,
tu alma les diste y tu corazón infundías,
en cada verso ,
en cada línea.