No me importó que la naciente,
mañana
siquiera trajera tus marinos iris verdes,
amados
porque en los míos cerrados
ellos eran refulgentes.
No me importó faltara en mi lecho,
esperanzado,
tu voz de pasión velada
porque mis oídos pacientes,
bebieron
del cristalino manantial de tu cantar.
No me importó mi mano,
vacía
de tu presencia, ausente
porque mi cuerpo,
acente
la memoria mantiene
Me importó sí… mi sueño,
postrero
siquiera certeza de tu alma
soñada