Hace doscientos veinte días,
que he muerto en tus brazos.
No habla mi arrepentimiento,
sino mi amarga credulidad.
Dices que no merezco nada,
aunque mis ojos exhiban mi dolor.
Alguna vez creí morir,
fueron siete días de luto.
Pronto cambiaré mi futuro,
mientras tanto he de seguir al sol.
Me expuse a tus garras,
por ti me hice mundano.
Hoy estoy pagando mi pecado,
sin haber recibido gloria.
SANTOAMOR