Epidemias y resentimientos
Larvas se anidan en el frontal de su cerebro y lo devoran,
criadero de odios mantiene la mente e instintos de malicia merodea el pensamiento.
Los dedos sudorosos portan bélicas balas, que se resbalan por cualesquiera delicados delis diurno.
La ira de un dios y su poder absoluto, depositados en un par de ojos
como lanzas del destino que perforan vida y a los mesías de paz.
Sinfonías serpentinas y venenos de escorpiones ingiere desde el ocaso,
espera en ansias la nueva alba, para inyectar desde su mandíbula la mortandad.