Querido hijo,
Hace un año
Marchaste para siempre
A ese mundo incógnito
De donde no se regresa.
Tu cuerpo físico ya no está con nosotros,
Tu espíritu nos acompaña
Cada día con los recuerdos
De tu hermosa sonrisa,
Tus ojitos sonrientes “apachurraos”
Y tu agradable presencia.
Cada día estás con nosotros
En cada rincón
En cada palabra
En cada recuerdo tierno.
No te fuiste para siempre hijo amado,
Aquí estás en nuestras vidas
Para siempre.
Edgar Tarazona Angel