Pero no lo puedo definir.
Tan solo siento mucho miedo,
De un incierto porvenir.
Los hombres se han vuelto locos:
Piensan sólo en el dinero.
No ven razón en su existencia,
Ya ni siquiera ven el Cielo.
Que se levanta en la mañana,
Y como zombie va al trabajo,
Como abejas, en desbandada.
No ve, no siente, ya no quiere,
Tan sólo piensa en las cuentas;
En las facturas, en sus bienes,
Pasan el tiempo haciendo “vueltas”.
El trabajar, gastar, pagar,
No deja tiempo para nada.
Y la familia se ha perdido,
La soledad es la que manda.
Me compadezco de la masa,
Que ha olvidado el sentir.
Pesar me da el asalariado,
Que nada ve en su porvenir.
Rabia producen los políticos,
Y su cinismo descarado.
E impotencia al saber,
Que no puedo cambiar este hado.
Oh, dichosa humanidad,
La luz y niña de la Creación:
¿Dónde estás, a dónde vas?
¿No quieres huir de la traición?
Te han convertido en esclavo,
Tú eres un ser sin mente.
Sigues el juego del banquero;
Y juegas bien: ¡divinamente!
Le has entregado tu futuro,
Has empeñado media vida,
Por un pedazo de papel,
Lo que no vale tu comida.
Has regalado y empeñado,
Lo más sagrado que tenías.
Estoy hablando de tu alma,
Vendida al diablo por porquerías.
¡Despierta! ¡Vive! ¡Siente! ¡Piensa!
Tú tienes todo el poder.
Tú tienes aun tu fuerza.
Al mal aun puedes vencer.
Tú puedes cambiar este hado.
Tú tienes el poder divino,
De ser de nuevo ser humano,
Tan sólo retoma tu camino.
Y no te guíes por el miedo.
Sal de la jaula de cristal.
Los barrotes están en tu mente.
¡Rómpelos para al mal ganar!