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Me vendo o me regalo, en todo caso, me entrego incondicionalmente a cualquier persona que sea capaz de valorarme y amarme, para quien yo sea muy importante tanto en las buenas como en las malas, así en la necesidad tanto como en la plétora…

Te cuento mi historia.  Por allá a comienzos del año 68, llegó aquí una querida familia compuesta por mamá, papá y 6 hijas.  Para ese entonces yo estaba muy feíta y muy chiquita.  A los pocos meses de yo haber acogido a esta tribu, murió una de las niñas, quien había quedado inválida después de la caída de un baño.  Y poco a poco y por diferentes razones fueron tomando distintos rumbos las tres hermanas mayores.  En Mayo del año 73 murió la matrona de esta estirpe, de tal manera que ya tan solo me quedaba el papá y las dos niñas menores de 8 y 9 añitos, respectivamente.  A pesar de estar tan niñas, siempre se ocuparon de mí; a la medida de sus posibilidades me tenían muy bien y me hacían sentir y ver bonita y acogedora. 

Pues bien, cuando estas niñas empezaron a trabajar y a prosperar, yo también progresé porque me enlucieron humildemente pero con gracia y elegancia.  Ellas, las dos niñas, nunca me han abandonado, están tan acostumbradas a mí como yo a ellas.  Me han valorado tanto como yo las he apreciado a ellas, ya que yo he sido fiel testigo de su constante batallar en la vida con sus correspondientes pérdidas  y logros.  Aunque las dos niñas nunca tuvieron marido ni hijos, si he visto desfilar por su vida muchos sobrinos con todo e hijos.  Tanto para buenos como para malos, ellas siempre han sido las tías más queridas lo que ha hecho que yo también los haya admitido a ellos con especial afecto con lo cual me he ganado también su cariño.

En septiembre de 2005 falleció el patriarca de esta casta, dejando un vacío indescriptible.  Pero la vida tiene que continuar.  Mis dos gorrones, sobreponiéndose a la irreparable pérdida, prosiguieron haciendo su vida normalmente, ahora las dos solitas pero siempre muy unidas, aunque bastante distintas puesto que la mayor siempre soberbia y arrogante la otra, en cambio, es sumisa y abnegada; persistentemente muy pendientes la una de la otra, jamás me han descuidado puesto que yo soy el único patrimonio material que poseen; aunque ya estoy vieja y deteriorada.  Yo ya no contaba más que con mis dos muchachas, hasta hace poco, muy poco…

En Agosto de 2015 apareció en el vecindario un señor proveniente de la capital y se conquistó a la flaquita, la menor de las dos hermanas, ya viejas claro está; este hombre, que vive justo al frente y de quien  recibí el más contundente rechazo, hizo lo increíble e impensable aún para el pensador más perverso como es arrasar con el amor incondicional que por toda la vida unió a estas dos hermanas.  Consecuentemente al separar a la flaca de su leal compañera de vida, también la sacó de mí para llevársela a la casa de él, que es muy bonita, cómoda y elegante.

Hoy en día tan solo me queda la gorda, ella sí me quiere mucho todavía me arregla y me pone lo más bonita que puede, ella sí no se avergüenza porque yo estoy vieja y deteriorada.  No obstante, también me doy cuenta que me está evadiendo, no puede disimularlo; ahora la gorda busca todo tipo de pretextos para estar lo más lejos de mí que se pueda por lo que me siento vacía, como desocupada, llena de una cantidad de chécheres que no dicen nada.

En la actualidad mi existencia no tiene alguna razón de ser, ya para nadie soy importante; de ser muy útil pasé a ser algo así como un compromiso forzado u obligado porque la flaca viene tan solo a dormir como por vergüenza como por darle una limosna de compañía a la hermana y la pobre gorda sencillamente no tiene para donde irse.  Por eso, yo también quiero cambiar mis objetivos de vida de tal manera que para aquel que se interese por mí, yo soy la casa ubicada en la calle 6 marcada con el número 14 58.

 

Por todo lo anteriormente expuesto: “me vendo o me regalo, en todo caso, me entrego incondicionalmente a cualquier persona que sea capaz de valorarme y amarme, para quien yo sea muy importante tanto en las buenas como en las malas, así en la necesidad tanto como en la plétora…”.

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