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Memorias de un asesino

La Odontóloga especialista, Leidy Ferreira  está en la ciudad de Armenia, Quindío. Su lugar de nacimiento y donde pasó las primeras etapas de su vida, tras haber terminado sus estudios en Madrid, consigue una oficina en un respetado establecimiento Ontológico. Llevaba ya unos meses de trabajo, conocía personas de distintas culturas y etnias, era para ella, otro pago por su trabajo, o eso daba entender. Uno de sus pacientes se demora en entrar en la oficina, Leidy, un tanto desesperada por la pérdida de tiempo se levanta de su silla y se dirige a la puerta para dar aviso al invitado, se chocaron, el sujeto estaba en la entrada de la oficina cuando Leidy se le vino encima.

-Disculpe Señor, no fue mi intención, yo solo quería…

-No señorita, fue mi culpa, me quede inmóvil en la puerta, disculpe usted.

-Ya veo, usted es mi paciente ¿verdad? ¿Su nombre Pablo Cipriano?

-Si señorita,

-Bueno, siga usted

-Disculpe las molestias.

El hombre vestía de un jean oscuro con algunos rotos en las rodillas, una camiseta blanca y un gabán color carmesí, su cabeza estaba adornada con un sombrero de tela oscuro inclinado a un lado, y en su hombro descansaba un misterioso maletín oscuro.

-Tome asiento usted, por favor.

-Gracias, ¿le molesta si escribo aquí?

-No señor, para nada, ¿es usted periodista?

-No señorita, soy escritor y poeta

-ya veo, disculpe usted, pero me gustaría escuchar una de sus historias de la libreta en su mano, mientras alisto los utensilios para hacer su chequeo

-Claro, de eso no hay problema

-¿Cómo se llama tu historia?

-Memorias de un asesino, está basada en hechos reales

-¡¿Enserio?! Increíble, háblame más, ¡cuéntame tu historia!

-Escucha pues con mucha atención:

Eran compañeros de trabajo, se conocían desde hacía años, de hecho, fueron a la misma escuela de pequeños, su amistad era tan fuerte como las cadenas que sostienen la luna de los ilusionados, se formaron de acurdo a sus aspiraciones, ser policía para ellos, era su meta, su gran sueño a futuro. Juntos luchaban para que prevaleciera la justicia y el orden, Camila Medina era la parte racional de la pareja, mientras que Johan Bonilla era menos cauteloso, su vida siempre corría riesgos a los que acudía Camila.

Redondeaban los 25 años de edad, y por lo que se veía, planeaban casarse, tener una familia, un hogar, todos los sueños que transitan por las mentes de quienes se casan, pero lamentablemente un acontecimiento trágico ocurrió, era un 2 de noviembre, la lluvia caía tan fuerte, y los relámpagos tronaban tan duro, que si alguien en ese momento portaba una arma, podía disparar al aire sin que nadie notara el sonido del cañón, Camila tomo un día de descanso, pues quería ver vestidos de novia, Johan por otro lado, decidió asistir al trabajo, después de todo, era de mal agüero ver la novia con su vestido blanco, al caer la noche aquel 2 de noviembre, Johan se dirigía en su automóvil hacia su departamento, termino su turno tan natural como siempre, iba deprisa, sentía una mal presentimiento, y la neblina que se creaba en el parabrisas no daba buenos alientos, de pronto, noto que había algo tirado en el suelo, supuso que era un perro, así que utilizo la bocina, no hubo ninguna respuesta de la figura oscura en su camino, así que abrió la puerta de su automóvil y se dirigió hacia aquella silueta, tenía una linterna de policía en la mano, cuando esta ilumino el camino Johan no lo podía creer, era Camila, su prometida, la mujer con quien soñó tantas veces, quien sería la madre de sus hijos, yacía en posición fetal, tirada en el suelo, al aire frio y la tempestad de la lluvia, rápidamente le tomo pulso, le dio vuelta al cuerpo y noto que sangraba, posiciono sus dedos cerca de su muñeca y no detecto ninguna señal de pulso, aun mas tembloroso e incapaz se sintió, tomo rápidamente su cuerpo y la levanto, intento darle respiración boca a boca y RCP (reanimación cardiopulmonar) no funcionó, sus lágrimas se mezclaban con la desesperación y la lluvia, golpeo el suelo con todas sus fuerzas, una y otra vez hasta caer desmayado cerca al cuerpo de su prometida.

Despertó en el hospital de San José, levanto su rostro, sus ojos no se acostumbraron a la claridad, veía borroso, giro a la derecha y vio que habían uniformados en la sala, policías, y no eran los de su escuadrón, uno de ellos aviso el resto que el sospechoso ya estaba consiente, se escucharon pasos por el pasillo, y finalmente un hombre entro en la sala, era el Teniente Medina, padre de Camila Medina, Johan, aun dudoso de la situación pregunta:

-¿acaso que está pasando aquí?

El Teniente Medina le voltea a ver con una mirada tan profunda y fría que si un niño inocente la mirara seguramente se echaría de inmediato a llorar, tenía más arrugas de lo normal, además unas ojeras que dejaban ver una falta su falta de sueño, sus ojos estaban rojos, quizás de tantos lamentos, tenía un pañuelo en su mano que parecía estar húmedo de lagrimas

-¿Dime porque? ¡¿Por qué la mataste?!

-¿Yo? De repente todos los recuerdos de la nefasta noche llegaron a la mente de Johan –Señor Teniente Medina, no sé que ocurrió,  iba camino a mi departamento cuando…

-No me vengas con estupideces maldito infeliz, mataste a mi tesoro, mi amada hija, ¡Mi única hija!

-¡No señor, yo no la mate! ¡Se lo juro!

-¡maldito seas!, ¡ya me la pagaras!

Se volvió loco, se lanzó sin pensarlo dos veces hacia Johan, que aún estaba anonadado por la situación, los policías allí presentes lo detuvieron y lo llevaron a otra sala para que tranquilizara

Es acusado Johan Bonilla del asesinato de Camila Medina,  tras cientos de debates, Johan, consigue ser atendido por la abogada profesional Carolina Naranjo, y esta a su vez abre un caso en el que investigan a fondo todos los detalles del homicidio, llegando a tener en su posesión el cuerpo de Camila Medina para una investigación criminal, la Especialista de Investigación criminalista, Dayana Viasus hace los exámenes para determinar las causas, siete  disparos de una nueve milímetros recibió en el pecho, suponiendo ser la misma arma que portaba Johan en aquel momento.

Tras 4 años nunca se resolvió el caso, el Teniente Medina, desesperado por la muerte de su única hija, decide quitarse la vida colocando el cañón de una escopeta en su cara y jalando del gatillo, tras esto, Johan escucha la noticia en la cárcel donde pasaba sus penas, sintió la deshonra y la calamidad llegar a su puerta, también decide suicidarse colocándose alrededor del cuello una cuerda improvisada con sabanas del dormitorio, se lanzó desde el camarote sin dejar ninguna nota, su única familia lo había abandonado, 2 meses después de que se determinara que  Johan era culpable, la Especialista en criminalística siguió con su investigación, una mañana la encontraron tirada en el suelo con 14 puñaladas en el pecho y espalda, todos los documentos fueron robados, y el cuerpo de Camila Medina tampoco se encontró, Carolina Naranjo nuca abandono su oficio, siguió debatiendo del tema, hasta que empezó a informar que alguien la seguía, en todo momento se sentía observada, empezó a tener problemas de depresión y seguridad, hasta que sus estado mental empeoró tanto que la llevaron a un  manicomio por sacrificar a su gato y otros seis más de su vecindario. Nunca se encontró una respuesta ante todos los acontecimientos, y la historia quedo documentada en tan solo los recuerdos de quienes presentes estuvieron.

Odontóloga: que historia tan terrible y triste, sentí un vacío en mi muy poco apetecible ¿Tú no sabes quién los mato?

Pablo Cipriano se levantó de su silla, tomo el bolso oscuro y una sonrisa maníaca se dibujó en su rostro, el sombrero creo una sombra en las cuencas de sus ojos, se sintió una presencia asesina en sus palabras

–Sí, se quién lo hizo, ¡Fui Yo!, Yo mate a la Policía Camila, También a la Investigadora, y seguí a La abogada hasta que se volvió una lunática, todos se olvidaron de mí, yo fui compañero de ustedes, solíamos correr por los pasillos de la escuela, decíamos lo que seriamos de grandes, nuestros sueños, y ustedes lo olvidaron, ¡tú también lo hiciste!, me olvidaste, y como todos, pagaras por ello, ¡así que muere!, Pablo Cipriano toma el arma con la que mato a sus antiguos compañeros, la mete entre sus dientes, cuenta hasta siete y jala del gatillo.

Fin.

 

-Willmer Camilo Castillo Páez 5 Noviembre 2016.

 

 

En Colombia a partir de la Ley 23 de 1982, Con la expedición de la Decisión Andina 351 de 1993, Registro Nacional de Derecho de Autor. (artículo 6 Ley 44 de 1993).

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