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A lo largo de toda mi vida he tenido mucha curiosidad acerca del porqué yo soy tan distinta a mis cuatro hermanas; todo el tiempo me ha inquietado porqué, si ellas cuatro son tan semejantes entre sí, en medio de la infinita diversidad de su vida y de su actuar particular, yo soy como una isla, casi contraria a todas ellas en todo.

Este carácter mío tan extremadamente opuesto al de mis hermanas siendo que en la personalidad de ellas cuatro hay tantas similitudes, me ha llevado a ser la hermana incomoda, aquella a la que es mejor evadir a la hora de comentar la historia familiar, porque la que se proponga frentearla tiene que estar dispuesta a perder.  Como es obvio, yo soy la hermana casi temida por su manera cruel de interpretar y definir la hablilla doméstica; sin embargo, también yo soy la hermana a la cual se acude al momento de la necesidad o la desilusión.

De tal manera que, obedeciendo a mi temperamento curioso y siguiendo a los impulsos de mi realista corazón me dediqué a investigar, el porqué de mi notoria diferencia de personalidad y carácter con mis hermanas, con el único Ser en el universo infinito que hoy en día subsiste para aclararme todas estas preocupaciones, ante la ausencia material definitiva de nuestros Padres.  Y fue así como, entre temerosa y ansiosa, me tomé un largo y amargo trato de “resolvete” y para empezar pregunté: “Porqué yo soy tan distinta a Lucy?”…

Lucy es la mayor de mis hermanas.  Lucy se caracteriza por una nobleza y generosidad extremas; sobra decir que, en mi caso personal estos dos sentimientos, la nobleza y la generosidad, están limitados por la realidad, por dura que esta realidad sea.  Lucy disfruta y ejercita sus nervios a todo lo que estos puedan ceder mediante todo tipo de miedos y temores; yo, en cambio, soy más bien atrevida, casi desafiante; para quien los nervios, miedos y temores, antes que frenos que me detienen son el acelerador que me obliga a caminar.  Lucy practica esa rara condición de dar por hecho lo que aún no ha sucedido siempre y cuando sea algo apocalíptico, al igual que acostumbra hacernos conocer sus conclusiones pero manipulándolos como si fuera otro el que los dijera, es decir que pone en boca de otro lo que ella no se atreve a decir.  Obviamente estas características tan radicales en Lucy tampoco las comparto, porque yo tengo un infaltable compromiso con la Justicia y la Verdad el cual me propongo respetar en el día a día de mi vida.  Lucy repite y cree todo lo malo que se diga de cualquier persona contraria a ella y de cualquier circunstancia que le sea adversa, vengan de donde vengan, sin análisis alguno; en contraposición a estos rasgos de la personalidad de Lucy yo tengo por ejercicio mental el análisis imparcial para depurar y establecer un discernimiento cimentado en la Justicia. 

Todo esto hace de Lucy una persona de sentimientos, sensaciones y emociones extremas, que fácilmente la llevan del amor irracional al odio incondicional; yo procuro no moverme del centro de esta línea que conduce directamente del amor al odio, para no atropellar mi necesidad de Justicia y Verdad.  Lucy acaba de pasar por un penoso episodio de cáncer de mama, yo, en cambio,  hace mucho tiempo que tomé cartas en el asunto del cuidado de mi salud física y por este motivo me ocupo constantemente de la consciencia y depuración de mis pensamientos para cultivar desde allí, desde la profundidad de mi interior, los sentimientos, sensaciones y emociones que me presagien una excelente y bien arraigada salud.  A pesar de todas estas particularidades que he descrito, Lucy se considera una mujer tremendamente inteligente y culta, yo en cambio no me considero ni tan inteligente ni tan culta,  y también tengo de Lucy una visión bien contraria  a la que ella tiene de sí misma, puesto que para mí, mi hermana mayor  es pasada de bruta.  

Entonces le volví a preguntar a ese único Ser existente que me podía contestar con propiedad a mis interrogantes: “Porque yo soy tan distinta a Lucy?, cuál es la razón para que Lucy sea tan bruta?...”

“Hay una razón fundamental -me respondió Él-.  La razón de esas condiciones que estás describiendo radica en un error mío, un error de olvido que tuve cuando la hice a ella, error de olvido que jamás volví a cometer.  Cuando ya la había despachado a ella para acá, recordé que no le había puesto el cerebro… ”

Quedé algo tranquila con esa explicación a la diferencia, a ese choque permanente entre la personalidad de mi hermana mayor y la mía, sin embargo, me ocasionó una suspicacia: “sería esta  razón de olvido la misma que hace que Soila, la segunda de la familia, sea tan bruta y tan perversa…?”.  Debía de ser lo mismo supuse yo limitada por la vergüenza  para volver a preguntarle algo tan obvio y tan bien explicado.  Sin embargo, de repente vino a mi memoria que Él me dijo que ese error nunca lo volvió a cometer.  Y ahora?, si no fue olvido Suyo, entonces qué pasó con Soila?, porqué Soila es tan distinta a mí de adentro para afuera, tanto como de afuera para adentro?.  Pues aunque la soflama me frenaba, finalmente me decidí a buscarlo a Él para que me explicara cuál es la razón de mis enormes diferencias con Soila.

Y es que no es cosa poquita lo que me separa de Soila.  Desde la época de nuestra muchachada Soila nos ha hecho de todo, toda clase de oprobios.  La tradición de nuestro hogar relata como Soila, estando muy jovencita de unos doce añitos, cuando la mandaban a hacerle las curaciones a una hermanita que quedó invalida después de caer de una tapia, le restregaba las heridas hasta hacerla sangrar y además la quemaba dejando muy caliente el agua para lavarla.  También en esa época, Soila cogía los zapatos de Lucy y les dañaba el cambión que porque la otra no se los prestaba, de igual manera que se le llevaba las lociones para la escuela y se las gastaba con las compañeritas para luego llenar los frascos con agua.  Todavía hoy en día y después de cincuenta años, Soila justifica todas estas fechorías en el hecho de que Lucy era muy jodida.  Soila aún se ríe de estas felonías que, a cualquier otro ser humano, por más inhumano que sea, le causarían vergüenza y estupor.

Soila cogió la calle a la corta edad de trece años y rodando tuvo dos hijas que después padecieron todo tipo de malos tratos a manos de un perverso padrastro, ante la mirada inocua de Soila que justificaba estas torturas a sus pequeñas hijas con el frágil argumento de que las niñas eran muy groseras.  Como es apenas lógico, estas criaturas tuvieron una vida muy corta. Soila tuvo tiempo para tener otros tres muchachos, los tres varones, uno de los cuales a los ocho años ya se escapaba para el río cuando lo despachaban para la escuela.  Obviamente que la única que sabía esto del muchacho era Soila, y era ella quien lo mandaba a buscar ya por la tarde cuando estaba por llegar de trabajar el hermano mayor del chico, el único que trataba de medio corregirlo.  Obviamente, a este niño lo enterramos antes de cumplir los dieciocho años. De manera que Soila prácticamente se terminó de crear en la calle con todo y lo que esto puede suponer, por esta razón la moral, la decencia y la lealtad jamás han hecho parte de la escasa lista de sus cualidades.

Está de más decir que Soila es la menos querida y apreciada  de todas las hermanas por el resto de la familia, en contraste y muy a pesar de mi temperamento duro y realista, yo cuento con el reconocimiento y  la credibilidad de mis parientes.

Teniendo en cuenta lo anterior  y si a Él no se le olvidó ponerle el cerebro a Soila, entonces, porque esta mujer es tan loca y tan contraria a mí?.  Lo único que se me ocurre es que Soila no es hermana mía en realidad.  Sin embargo, me propongo no especular y buscar la respuesta oficial en el único Ser que me puede contar la verdad.  Por eso y aunque tímida, le pregunté: “Si Soila tiene cerebro, entonces porque ella es tan distinta a mí y porqué es tan loca y siniestra?...”.   Y Él me respondió: “Es que Soila tampoco tiene cerebro pero no porque a Mí se me haya olvidado,  sino que cuando la terminé de hacer y me disponía a ponerle el cerebro, ella echó a correr y huyó, no la pude alcanzar; mejor dicho se me escapó de entre las manos y se me vino sin cerebro…”

Quedé aturdida con esta respuesta pero con ella despejé todas mis dudas acerca de mis otras hermanas, porque lo más probable era que éstas  tampoco tuvieran cerebro, no por olvido de Él sino por…,  ¡quién sabe por qué¡…

De todos modos a mí ya me estaba gustando mucho esta exploración,  había ganado mucha seguridad y ya estaba perdiendo  el empacho y la cortedad de preguntarle lo mismo por tercera vez.  Entonces continué.

Dora es la tercera de mis hermanas.  Esta mujer sí que es bien desemejante a mí.   Para Dora todo en la vida es normal, para ella no existen las dualidades ya que ni el amor ni el odio afectan su realidad.  Los maridos vienen y van, si los hijos están es lo mismo que si no están.  Obviamente, que el orden y el aseo de la casa al igual que el orden y el aseo personal en ningún momento constituyen una prioridad para Dora ya que para esta mujer la vergüenza y la desvergüenza tienen exactamente el mismo significado, absolutamente ninguno.  Yo en cambio, soy más bien cuidadosa de estos detalles de presentación, aunque sin llevarlos al extremo.

Pero, quizás una de las  condiciones propias de Dora con la cual yo menos me identifico y de la que también es de la que más me burlo es la facilidad que tiene mi tercera hermana en todo tipo de chismes y bochinches, muchas veces hasta con comentarios inocentes.  Y es que cualquier persona que entable una conversación con Dora se da cuenta de inmediato de lo asombrosa mente ignorante que es esta mujer; sin embargo, esta burla, crítica o juicio sí que es algo que le interesa poco a mi querida hermana y a lo cual siempre responde con una contagiosa carcajada; puesto que pensar, analizar o discernir es una función eminentemente cerebral, entonces yo puedo concluir con absoluta certeza que esta mujer tampoco tiene cerebro…  y ahora por qué?, cuál puede ser la razón de la falta de cerebro de Dora?;  a Él  se le olvidó ponerle el cerebro a Lucy pero dijo que este error nunca lo volvió a cometer; Soila no tiene cerebro pero Él dijo que fue porque ella huyó para que no se lo colocara y ahora Dora resulta también sin cerebro, por qué?, si no es la repetición del mismo error, tampoco puede ser que esta también se le haya escapado, entonces porqué Dora es tan discordante con respecto a mí?.  Es que Dora no es hermana mía en realidad?.  Él sonrió, no sé si por mi suspicacia o por cierta timidez, por llamarlo de alguna manera, por tener que reconocer otro error Suyo y me dijo: “Sí, Dora si tiene cerebro y también es tu hermana legítima.  Lo que sucedió fue otro error mío pero no por olvido.  Dora anda con cerebro, pero cuando ya la había enviado caí en cuenta que no se lo conecté…”

Yo me quedé perpleja ante Su humilde confesión, con la cual Él despejaba todas mis dudas acerca de mi hermana Dora.  Sentí mucho temor para continuar con la indagación por una sola razón, porque yo sigo en la lista de esta familia; yo soy la cuarta de las hermanas; yo continúo en esta incomprensible y dispareja saga.  Sin embargo, por encima de cualquier temor, pasó atropelladamente mi curiosidad por conocer qué había sucedido con mi cerebro, en qué condiciones me habría sido instalado este útil órgano?.  De repente se me agolparon en mi cabeza toda serie de cuestionamientos y reclamos porque encontré en un desorden de fabricación la base, el fundamento de todas mis frustraciones.

En un instante pasó por mi mente toda mi vida y ratifiqué por enésima vez que yo soy una mujer inteligente e instruida, pero… devorada por la ansiedad le pregunté: “Qué pasó conmigo, o mejor cómo quedó mi cerebro?”; Él me respondió inmediata y contundente-mente: “Tu cerebro me quedó absolutamente perfecto, tu fama de mujer inteligente lo dice todo…”.  ¡Ah sí¡ y entonces porqué mis frustraciones personales?, Él volvió a sonreír y me contestó muy seguro: “ah, Yo no sé, Yo hice un trabajo impecable; ya de tus realizaciones o frustraciones te debes encargar tú misma.  Es responsabilidad exclusivamente tuya el uso que le diste a tu cerebro…”.

Recordé entonces esa extraordinaria frase de Depac Choprac “si el cerebro es un regalo de Dios, lo que hagamos con él, será nuestro regalo para Dios…”  color para la segunda versión

Ni para qué seguirle preguntando, pues era palmario la misma respuesta a mis innumerables reclamos acerca de tantas y tan diversas limitaciones y finalmente concluí que tener cerebro no es suficiente; tristemente acepté que una cosa es tener cerebro y otra cosa bien distinta es ser inteligente, aunque lo uno incluya a lo otro…

Desilusionada de mí y de la manera tan poco inteligente como he orientado toda mi vida, aún me faltaba por esclarecer  el misterio del cerebro de María, mi hermana menor.

María es la paz y la tranquilidad en persona; por ella ni se empieza ni se termina una discusión, porque a ella los temores le impiden opinar; ella todo se lo guarda incluidos todo tipo de rabias y miedos; yo soy, todo lo contrario, bastante explosiva y hasta atrevida.  María es rígida, estática, inmóvil; en cambio yo soy activa y procuro atender a la evolución del Ser Humano para poder entender los drásticos cambios del mundo.  Por tanto, pensar, analizar, descubrir, discernir no son facultades que se puedan encontrar en María, porque… ¡ah, no sé!. Será que María nació sin cerebro, por cualquier causa?, o será que ésta tiene cerebro pero desconectado?, o será que el cerebro de María está perfectamente instalado pero ha sido mal usado?; ¡ah, no sé!, sí seremos hermanas de sangre, como dice la gente?.  María es mi hermana más querida, la que me ha tenido que soportar toda la vida; María es mi hermana incondicional, infaltable, indescifrable como tal, como hermana.  Sin embargo, me inquieta esa extrema diferencia intelectual que caracteriza nuestra relación.  Entones, nuevamente le pregunté a Él: “Cuál de todas mis conclusiones es la realidad acerca del cerebro de María?”.  Él soltó una impresionante y sonora carcajada y me respondió: “Ninguna, ahora sí que no le pegaste a ninguna.  María tiene un cerebro perfecto y extraordinariamente bien instalado.  ¡Ah! lo que pasó fue que ella tomó una drástica decisión desde antes de venirse para acá.  Cuando ya estaba lista, Yo le hice saber a ella el trabajo tan perfecto que realicé con su cerebro y ella inmediatamente me comunicó su determinación de devolvermelo intacto, es decir, que ella resolvió jamás estrenar su cerebro…”.

M m m …

A pesar de todo esto, María con ingenuidad pacífica me aterriza cuando mi temperamento soberbio me ubica en el escenario de justo juez; María es quien con su inocente intelectualidad me baja de la altísima nube de mi verdad y mi justicia. 

 

De todos modos y en medio de un ensordecedor grito asombrosa-mente mudo le agradecí a él por las hermanas que me tocaron y le rogué que me conceda esta familia por toda la eternidad.

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