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Se acercó al coche tambaleándose con las llaves en la mano y como si el Parkinson se hubiese apoderado de ella intentó introducirlas en la cerradura, pero no daba pie con bola, la ingestión de whisky había sido masiva y todo a su alrededor parecía moverse, los rostros habían sufrido algún tipo de mutación. Ojeó en busca de alguien que pudiese ayudarla a abrir la puerta, para los demás ella era invisible, la desolación hacía acto de presencia. Creyó oír un silbido procedente de algún lugar lejano, miro hacía uno de los bloques y vio la imagen de alguien que le hacía señas con la mano, enseguida desapareció. En menos de cinco minutos alguien le tocaba el hombro, se dio la vuelta.

-¿Quién eres?-balbuceó.

-Nos conocemos de vista, estaba en la terraza y te vi un poco perdida  ¿Necesitas ayuda?.

-La puerta-se tambaleó hacía la derecha y cayó sobre el capot-¡Joder!.

-Anda sube a casa, te daré un café.

-Graci...-no le dio tiempo a terminar, no pudo reprimir el vómito.

 


-Será mejor que esperemos un rato antes de tomarte el café, leí no sé dónde, que después de vomitar hay que esperar al menos una hora sin beber ni comer nada.

-Ya estoy mejor- sus palabras sonaban con mayor claridad.

-Me alegro, casi echas la primera papilla.

-Sí, gracias por ayudarme.¿Qué hacías en la terraza?.

-Nada en particular, sobretodo observar.

-¿Y que observas?.

-La calle, el bullicio, es fin de semana y esta zona se pone a tope.

-¿Y por qué no te introduces en él? Yo lo paso bien.

-Ya veo; verás prefiero la tranquilidad.

-Insisto en agradecerte tu hospitalidad.

-Creo que hubiese hecho lo mismo por mí, no sé si te acuerdas que estábamos en el mismo colegio, en el mismo curso, pero en clases diferentes.

-Es cierto, que tiempos. ¿Alguna vez te dio clase Don Felipe?.

-Nunca, aunque si que me lo cruzaba por los pasillos, siempre con ese aire de solemnidad, demasiado frío.

-Y un hijo de puta, en segundo había que aprender las tablas de multiplicar  ¿verdad? A mí las matemáticas se me daban regular y aprender las tablas no era lo mío, así que ese excelente profesor para animarme cuando me preguntaba y me equivocaba me regala una caricia con sus nudillos en mi cabecita, otras veces me castigaba sin recreo, o me insultaba delante  y detrás de mis compañeros. Lo que se llama todo un pedagogo.

-No tenía ni idea, que cabrón.

-Como consecuencia de estos mimos me bloqueo con una simple operación de multiplicación e incluso en las sumas, aunque parezca increíble muchas veces tengo que contar con los dedos.

-Siento mucho que te haya sucedido esto.

-Gracias, me queda que cuando nos cruzamos le enseño bien mi dedo y no dice nada. Que paliza te he dado en un momento, ¿puedes poner música?- preguntó casi despejada.

-¿Qué tipo te gusta? Tengo de casi todo.

-¿Cantautores también?.

-Ya lo creo, son mis preferidos, tengo a Sabina, Serrat, Aute, Pedro Guerra, Javier Alvarez, Ismael Serrano, Mari Trini...

-¿Mari Trini?.

-Sí, ¿nunca la has escuchado?.

-Cuando era pequeña.

Se dirigió al etéreo y comenzó una canción.

“Yo no soy esa que tu te imaginas una señorita tranquila y sencilla...”

-Voy por el café.

-Está bien la canción.

-Es la que más me gusta.


Lucía casi estaba recuperada, charlaron un tiempo más, estuvieron hasta tarde y el sueño quiso intervenir.

-Me voy a casa ya estoy mejor- determinó Lucía.

-De eso nada, estas mejor, pero no en condiciones de conducir, si tienes que avisar a alguien llama, ahí tienes el teléfono.

-No hace falta, ahora vivo sola.

-¿Ahora?.

-Sí, hace un par de meses vivía con Julio, pero la cosa no cuajó y decidimos dejarlo ¿Tú no estas con nadie?.

-De momento no.

-¿Dónde duermo? ¿Aquí?.

-La verdad que dormir en cojines es algo incómodo, siempre se acaban separando y es un coñazo. Si te fías de mí puedes dormir conmigo, mi cama es grande.

-Claro que me fio ¿Por qué no?.

La cama era amplia, las sábanas suaves y con ese olor y sensación a limpio, a recién cambiadas. Era una cama cómoda que invitaba al descanso.

Lucía sintió como un brazo la rodeaba y una mano temblorosa acariciaba su pecho e iba bajando hacía su sexo, no opuso resistencia y se dejo hacer disfrutando del momento y participando en el juego acariciando a su vez a quien estaba a su lado, terminando tras horas de placer con lo que todos sabemos ya.

 


 

-¿Quieres desayunar?- le preguntó desde la cocina.

-Sólo un café- le contestó mientras se vestía.

En la cocina se miraban frente a frente, Lucía retiró la mirada.

-¿Te arrepientes de lo que ha pasado esta noche?.

-No, pero es extraño y nunca me había ocurrido esto, siento que existe otra Lucía que no soy yo.

-No creo que exista otra Lucía, sólo creo que has descubierto a la autentica Lucía.

-No sé, la atracción que empecé a sentir por ti no la había sentido antes, tal vez sólo haya sido algo pasajero, la excitación por el alcohol, no sé, no encuentro una respuesta que me valga.

-Bésame.

-¿Cómo?.

-Bésame y si no sientes nada habrá ocurrido por lo que tu quieras creer, pero si sientes, es que has encontrado un nuevo camino.

Sus labios se unieron y pareció un beso eterno, cuando se separaron, se dirigieron hacía la puerta.

-¿Vendrás esta noche Lucía?- le preguntó.

-Sí, claro que vendré. Hasta esta noche Ana.

 

 

FIN


María del mar San José Maestre

Rota, 27 Enero 2000

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