Lucía casi estaba recuperada, charlaron un tiempo más, estuvieron hasta tarde y el sueño quiso intervenir.
-Me voy a casa ya estoy mejor- determinó Lucía.
-De eso nada, estas mejor, pero no en condiciones de conducir, si tienes que avisar a alguien llama, ahí tienes el teléfono.
-No hace falta, ahora vivo sola.
-¿Ahora?.
-Sí, hace un par de meses vivía con Julio, pero la cosa no cuajó y decidimos dejarlo ¿Tú no estas con nadie?.
-De momento no.
-¿Dónde duermo? ¿Aquí?.
-La verdad que dormir en cojines es algo incómodo, siempre se acaban separando y es un coñazo. Si te fías de mí puedes dormir conmigo, mi cama es grande.
-Claro que me fio ¿Por qué no?.
La cama era amplia, las sábanas suaves y con ese olor y sensación a limpio, a recién cambiadas. Era una cama cómoda que invitaba al descanso.
Lucía sintió como un brazo la rodeaba y una mano temblorosa acariciaba su pecho e iba bajando hacía su sexo, no opuso resistencia y se dejo hacer disfrutando del momento y participando en el juego acariciando a su vez a quien estaba a su lado, terminando tras horas de placer con lo que todos sabemos ya.
-¿Quieres desayunar?- le preguntó desde la cocina.
-Sólo un café- le contestó mientras se vestía.
En la cocina se miraban frente a frente, Lucía retiró la mirada.
-¿Te arrepientes de lo que ha pasado esta noche?.
-No, pero es extraño y nunca me había ocurrido esto, siento que existe otra Lucía que no soy yo.
-No creo que exista otra Lucía, sólo creo que has descubierto a la autentica Lucía.
-No sé, la atracción que empecé a sentir por ti no la había sentido antes, tal vez sólo haya sido algo pasajero, la excitación por el alcohol, no sé, no encuentro una respuesta que me valga.
-Bésame.
-¿Cómo?.
-Bésame y si no sientes nada habrá ocurrido por lo que tu quieras creer, pero si sientes, es que has encontrado un nuevo camino.
Sus labios se unieron y pareció un beso eterno, cuando se separaron, se dirigieron hacía la puerta.
-¿Vendrás esta noche Lucía?- le preguntó.
-Sí, claro que vendré. Hasta esta noche Ana.
FIN
María del mar San José Maestre
Rota, 27 Enero 2000