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Adaptación del cuento inacabado de Edgar Allan Poe

1. º de enero de 1796

  Hoy mi primer día en el faro, hago esta anotación en mi diario, según lo acordado con De Grât. Llevaré el diario con la mayor regularidad posible, aunque Dios sabe lo que podría sucederle a alguien tan solitario como yo, lejos de la <<sociedad>>, refugiado en este ínfimo rincón del mundo. Podría enfermar, o  algo peor… perder la razón, olvidarme de mi nobleza, mis derechos…hasta de mi nombre. Pero un caballero profeso no experimenta ese miedo a la soledad…Esto es producto de la ignorancia, del bajo abolengo, y yo soy un noble del reino…

  Hasta ahora, todo bien. La balandra se salvó por poco, pero ¿por qué pensar en ello si estoy aquí, sano y salvo? Mi ánimo mejora solo con pensar que estaré-al menos una vez en mi vida- completamente solo, pues por grande que sea Neptuno, es obvio que no se le puede considerar parte de la <<sociedad>>.Sabe el cielo que nunca he confiado en la <<sociedad>>ni la mitad de lo que confío en este perro...Si lo hubiera hecho, la <<sociedad>>y yo quizá no nos habríamos separado ni siquiera por un año…un castigo justificado, según los que rigen el poder. No para mí, que siendo un noble no merecía ninguna punición, sobre todo por tal insignificancia… ¡a mí, un noble del reino! Lo que me sorprende es la dificultad que tuvo De Grât para conseguirme este puesto. ¿Puesto? Más bien destino, después de arrebatarme <<la sociedad>>mis dominios, mi rango y dejarme en la pura  miseria, con la amenaza de muerte sobre mi cabeza. Pero yo, un masón de la Gran Logia de Londres, no temo a la soledad ni a la muerte…No es probable que el consejo tuviera dudas sobre mi capacidad para dirigir el faro. Un solo hombre lo había atendido antes y se las ingenió tan bien como los otros tres que por lo general asignan a la tarea, aunque me comentaron que la soledad resquebrajó su razón...Las obligaciones son nimias, y las instrucciones absolutamente claras. No sería lo mismo si me hubiera acompañado Omdoff. Jamás habría podido avanzar con mi libro teniéndolo cerca, con su intolerable cotilleo, por no hablar de la sempiterna pipa de espuma de mar. Además quiero estar solo. Solo, sin nadie que me adule o me maldiga…Es curioso que nunca hasta ahora hubiera reparado en el triste sonido de la palabra <<solo>>.Casi me parece que hay algo extraño en el eco de estos muros cilíndricos…murmullos que retumban en mi cerebro amenazando mi silencio.¡pero no!,es absurdo. Sé que mi aislamiento me inquietará, pero no lo permitiré. No he olvidado la profecía de De Grât. Ahora a trepar al fanal y a echar un vistazo para <<ver lo que pueda ver>>.Ver lo que pueda ver en efecto ,agua gris a mi alrededor, y un cielo nublado meciéndose al ritmo del viento. No demasiado para una roca anclada a 14 millas en el mar. Creo que la marea está bajando un poco, pero de todos modos la balandra tendrá un viaje de regreso turbulento. Dificilmente avistará la tierra del norte antes de medio día de mañana, aúnque solo está a  190 o 200 millas.

 

2 enero

He pasado el día en una especie de éxtasis  casi imposible de describir. Mi pasión por la soledad no podría haber tenido mayor gratificación. No digo satisfacción, pues dudo que pudiera sentirme saciado de una dicha como la que experimento hoy…El viento amainó al alba y por la tarde el mar se había retirado…no se veia nada, ni siquiera con el telescopio, salvo el océano, cielo y alguna que otra gaviota.

 

3 de enero

Calma chicha durante todo el día. Hacia el atardecer, el mar parecía de cristal. Avisté unas cuantas algas, pero absolutamente nada más en todo el día, ni siquiera el menor rastro de una nube…Me entretuve explorando el faro…Como compruebo a mi pesar cada vez que tengo que subir por sus interminables escaleras, es muy alto casi 50 metros, diría yo, desde la marca inferior del nivel del agua hasta lo alto del fanal. Sin embargo desde el fondo del foso, la distancia de la cima debe de ser de al menos cincuenta y cinco metros, puesto que el suelo está a unos cinco metros por debajo de la superficie del mar, incluso con la marea baja…Creo que deberían haber rellenado el fondo hueco con mampuestos. En tal caso el edificio sería mucho más seguro…, pero, ¿ en que estoy pensando? Una estructura como esta es lo bastante segura en cualquier circunstancia. Debería sentirme a salvo incluso si arreciara el más furioso huracán. Sin embargo, he oido decir a los marinos que ocasionalmente, con viento del sudoeste, el mar ha subido más aquí que en cualquier otro punto del globo, con la sola excepción  del paso del Estrecho de Magallanes. Pero el mar por sí solo no podría con este sólido muro roblonadado en hierro, que a quince metros de la linea de aguas altas ,tiene un espesor de al menos un metro veinte…La base sobre la que descansa la estructura se me antoja tiza…Podría resquebrajarse ante un enérgico azote de la naturaleza…Pero no debo pensar en  esto…

 

4 de enero

Todo sigue tranquilo. Este es mi destierro, el que yo escogí, para escapar de esta sociedad decadente y corrompida…Mi nobleza fue el sino que marcó mi camino  y me llevó hasta aquí. Y hoy estoy solo. Solo, un sonido armónico, que hace que recupere el equilibrio. Como me dijo De Grät, el farero tiene la obligación de escribir el diario de a bordo, y esta tarea me ayudará a que lo malsano que permanece en mí se evapore…Solo no puedo hacer daño a nadie, solo a mi mismo…

 

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