El Demonio, en su persistente búsqueda de la maldad en el hombre, desafió a Dios. Nunca se curó de la herida producida por “Job” cuando lo sometió a terribles calamidades para probar su lealtad al creador.
Se presentó ante la presencia celestial y le dijo:
-¡Tu, Dios todo poderoso, dejadme hacer lo que quiera con Teodoro, tu fiel ejemplo humano del siglo XXI y te demostraré que la humanidad no vale la pena!.
Dios, en su todopoderosa sapiencia, le dijo que sí.
El príncipe de las tinieblas dividió a Teodoro en dos partes, en dos seres y los dejó interactuar.
Dejo que Teodoro de 20 años existiera en un tiempo determinado y que Teodoro de 55 años le hablara al primero. Esto fue lo que sucedió.
Es un oscuro apartamento. Las ventanas están cerradas a pesar de la claridad del día. Teodoro está sentado en sofá con una jeringa de heronia. Luego de un par de años en el seminario y de devoción incondicional a Dios, el desconsuelo penetró su ser.
Le dolía profundamente la pobreza espiritual en que estaba sumergida la humanidad y los vanos esfuerzos por redimirla.
Esa mañana, luego de ver las calamidades más profundas que un hombre es capaz de tolerar, una niña de 13 años se le ofreció sexualmente: ¡a él, un hombre de Dios!
Esto colmo el derrotero. Fue la gota que derramo el vaso. Cuando le pregunto porque lo hacía, la niña contesto:
-No tenemos que comer. Mi madre me está esperando para que Ud. me el dinero que necesitamos. No se preocupe, otros seminaristas lo han hecho.
Su corazón buscó a Dios y no encontró su rostro.
La heronia mitigaba su dolor; un letal bálsamo que lo sumergía en las oscuras sombras del olvido, del más allá, de la irracionalidad apaciguadora.
Teodoro del futuro, del que tenía 55 años, se le acerca, silenciosamente. Sabe lo que es, porque él mismo lo vivo; solo tiene una oportunidad de revertir esto, si no lo logra, además de su fin como existencia futura, es el fin del hombre.
-¡ Que haces con eso !. Allí no está la salvación.
-Quien eres - contesto el joven, obnubilado y desconcertado. Ni siquiera se planteo porque estaba ese hombre en su apartamento-.
-No importa, solo te digo que dejes eso. La humanidad tiene salvación. Si te dejas caer, si no luchas, el hombre estará a merced de la maldad sin ningún obstáculo.
-Tu quien eres para decirme eso, viejo decrépito. No conoces lo que yo veo todos los días en este mundo. No puede existir este Dios a quien yo amo y no sé porque; o en todo caso, es tan impotente como una simple hormiga que trata de combatir a un Oso.
-¡No!. No es así. Te está probando hijo mío. No sucumbas. La oscuridad en la que estas ingresando en más profunda de lo que crees. No te mancilles así.
El joven ve a ese hombre más avejentado que él y le intriga tanta pasión por salvarlo. Le pregunta:
-Por que te interesa lo que piense o haga. Solo soy un hombre más.
Le replico de inmediato:
-Salvar solo un alma, es salvar la humanidad. Porque para esa alma, él mismo es toda la humanidad.
El joven dudo. Una lágrima se escurrió por su rostro. Fue el primer germen de esperanza.
Este encuentro se repitió muchas veces. La redención no es sencilla. Finalmente, Teodoro de 55 años puedo existir.
Esto comprueba que se puede cambiar si uno, no importa en qué época, encuentra a Dios; la redención es posible.
El Demonio acumulo otro fracaso en su camino.