Existían en la república de Abadon, un hombre que se había acostumbrado a vivir en la miseria, dada sus circunstancias en la vida, no había tenido más alternativa que vivir en lugares de refugios y cientos de veces en la calle, donde el frío y el hambre son reinantes, claro el adjudicaba todo a la suerte y que si hubiera tan siquiera encontrado un oportunidad, podría haberse casado y tener hijos, claro esta nunca había visto la oportunidad ni de cerca.
Un dia cansado de tantos peripecias, pensó que lo ideal sería ir a la parte más elegante del ciudad y preguntarle al primer millonario que encontrará, cuál era la clave de la riqueza y donde podría hallarla, así lo unico que tendria que hacer es ir en su búsqueda y al encontrarla, terminaría de una vez por todas con todas las circunstancias tan desfavorables.
No entendía porque no se le había ocurrido esto antes, sabiendo que por más que viviera en la calle, siempre aprovechaba en leer algún libro encontrado y se jactaba de ser una persona inteligente.
Se alistó y busco la mejor ropa que pudiese tener, en un baúl cargado de ropa entre sucia y limpia, a veces el orden no es un nueva cuestión en la calle y menos los quehaceres diarios. Una vez que había terminado de bañarse y cambiarse, decidió que lo mejor seria con empezar con las casas más grandes, ya que si usamos la psicología los ricos más importantes no tendrían ningún obstáculo en comunicarle a él la decisión y así el encontrar un nuevo camino.
Se dirigió a la casa que parecía la reina del barrio, una mansión tan enorme como majestuosa, donde no solo la casa era un espectáculo a la vista, sino la gran cantidad de autos estacionados dentro, era una de las cosas más significativa, nuestro amigo contó mentalmente. 6, 7, 8 era 10 diez, era una cantidad tan significativa, que pensaba que miles de personas a lo largo de la vida ahorran para comprarse uno y muchas veces ni siquiera era un auto nuevo, pero la vida tenía esa absurda manera de ser, da mucho a algunos y nada a otros.
Pensó en esperar pacientemente fuera de la casa, a que se presentaría el dueño y ahí aprovechar la oportunidad y preguntarle, paso todo el dia y casi entrada la noche, seguía esperando, se acomodo en un costado y durmió hasta la mañana siguiente siempre esperando, pero nadie apareció, como al mediodía se hizo presente un jardinero que cortaba las ramas y el pasto de una forma tan particular y eficaz.
Nuestro amigo se acercó y después de dar los buenos días, le preguntó si estaba en casa el señor, el jardinero lo miró con unos ojos extrañados, no podía ser que una persona de la calle estaría buscando al dueño, ¿Qué intenciones tendría ?, decidió preguntarle qué asunto lo trae a ese punto de la ciudad en particular.
El, le explico que creía que había un secreto de la riqueza y quería preguntarle al dueño cual era, ya que el no tenia la respuesta de tan importante pregunta.
El jardinero lo miro y luego de sonreír le dijo, que no existía tal secreto, sino el ya lo hubiera descubierto, hacía muchísimo tiempo que trabajaba para esas personas y no sabia cual era la forma. Lo único que le comunico es que ellos no estaban casi nunca en la casa, tenían una casa más cerca de la ciudad y allí descansaban todos los días.
Nuestro amigo, quedó perplejo al saber, ¿Que tenían una casa tan grande para no habitarla?, le dio las gracias y se dirigió nuevamente a la parte más pobre de la ciudad, mientras caminaba su cabeza, estaba llena de pensamientos, porque teniendo tanto autos, ¿No se usaban? Porque si viven en la ciudad habían decidido comprar una casa tan grande lejos de su trabajo.
Eran dudas existenciales, decidió en un instante de lucidez, que debía escribirle una carta, que se esa forma se asegurará que la leyeran, cuando regresaran a la casa, no importaba si pasaban semanas, el si algo había aprendido en la calle, era a hacer paciente, así que se dirigió al correo y después de pedir papel y lápiz, hizo una carta que explicaba sus motivos por los cual él merecía saber el fabuloso secreto de la riqueza y demás acotaciones.
Cuando esta estuvo terminada, le pidió por favor al encargado que se la envié y que por favor la respuesta se la envíen ahí mismo, ya que no posee domicilio, ni lugar de residencia fijos,
El empleado le dijo que tendría su retorno más o menos en veinte días, así nuestro amigo se fue contento esperando el regreso. Pasaron varias semanas la carta no llegó en el tiempo estipulado, quizás no había tenido tiempo para leerla, el, igualmente está tan ansioso que iba tantas veces al correo como podía, así fue que un día el empleado se le ocurrió que podía escribirle una el, para que no le afectará la espera.
Se lo consultó al encargado y estuvo de acuerdo, cuando estaba escribiendo una lineas de repente apareció el repartidor con la famosa carta, todos estaban admirados y emocionados por el contenido
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Esperaron pacientemente a que llegara y una vez que se hizo presente se la entregaron como quien entrega un tesoro tan valioso como incalculable.
Nuestro amigo dio las gracias, y se despidió a leerla en soledad, claro nadie mas lo volvió a ver por aquellos lados. Dicen algunos que alguna vez lo divisan por la calle, que anda bien vestido y con ropa extremadamente elegante.
Quizás no haya un secreto de la riqueza, y si es así no se encuentra en un pedazo de papel. Pero si lo que sabemos es que la confianza es el gran secreto del éxito, así que por más que hubiera tenido cualquier cosa escrita por los dueños de casa, en el, había un alma dispuesta a darlo todo en pos de transformar su paupérrima vida en una gloria.
Ojalá estemos nosotros en el camino de la riqueza y algún día recibamos nuestras cartas.
......Fragmento del libro, Historias Enanas de Andres Lacrosse.