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EL PAJARO SIN  ALAS

 

Dimas es un niño noble e inteligente.  Amante de la naturaleza en todas sus manifestaciones.  Gran amigo y protector de los animales.

Pues bien, en una calurosa mañana primaveral, Dimas va de camino al colegio cuando sorpresivamente algo llama su atención; al pasar por el árbol más frondoso y elevado de la localidad, se da cuenta de que algo se mueve debajo de las ramas secas regadas por el suelo.  Dimas se detiene y se agacha a buscar entre el montón de ramas secas qué es lo que provoca aquel suave ruido.  Rápidamente el niño encuentra a un hermoso y desconocido pajarito, dueño de un raro pero espectacular plumaje.  Dimas contempla atónito al hermoso animal por un  par de minutos y extrañado empieza a pensar porqué  el pajarito no vuela;  Dimas anima al animalito para que se eleve pero este no responde, el hermoso pájaro no  se inmuta a alzar el vuelo.

Dimas al darse cuenta que el pajarito no vuela se anima  a cogerlo y para su sorpresa, el animalito no se resiste; con inmensa alegría Dimas se da cuenta que el pajarito no se opone a sus caricias; todo lo contrario la diminuta  ave se aproxima al niño como para facilitar el contacto, como respondiendo a la fraternidad que el pequeño le expresa.  Dimas consiente al pajarito en su pecho, lo acerca a su tierna carita y, al pasar su delicada manito por el lomo del animal, descubre asombrado que:

¡Ah, pero ¿qué te pasa, qué te falta?!... ¿Donde están tus alitas?

¡Oh, tú no tienes alas amiguito!, shs hsh…  Quién te ha hecho esto?

Dimas no puede contener el llanto, en una lógica expresión infantil de la impresión que le ha ocasionado saber que puede existir un pájaro sin alas.

¡Qué  lástima me das, qué sentido puede tener tu vida mi amigo!  Por siempre serás un ser frustrado.  No me imagino lo que puedas sentir, si la vida de todo pájaro es volar, cómo vas a vivir tú,  pajarito, si te faltan tus alitas?

Dimas entre adolorido y conmovido por las condiciones físicas tan  precarias del indefenso animalito, decide llevárselo a su casa para protegerlo y ayudarlo.  Pero a medida que transcurren los días, el niño está descubriendo en el pájaro sin alas un canto diferente, muy diferente al del resto de estas aves.  El canto de este animalito es la más bella melodía que Dimas haya escuchado jamás.  Dimas advierte en esta virtud del pájaro sin alas una oportunidad para animar a su amigo y  así hacerle olvidar un poco su discapacidad ocasionada por la carencia de alas.

A medida que pasan los días de convivencia con el pájaro sin alas, Dimas logra entablar una fluida comunicación entre ellos,  por medio de la cual  el niño va descubriendo algunos rasgos de las características, deseos y sueños de este diminuto y desvalido ser que ahora lo acompaña.  Es así como Dimas logra establecer que la gran ilusión del pájaro sin alas es cantar sus hermosos trinos desde el copo del árbol más alto para convertirse en el despertador de todos los habitantes del aislado  pueblo.  Todos los días antes de ir al colegio y al regresar de este, los dos amigos comparten sus expectativas y esperanzas de vida.  Sin embargo y a pesar de que el pajarito percibe claramente el lógico sentimiento de lástima y condolencia que  le inspira a su amigo Dimas, no cesa de cantar siempre con la clara intención de perfeccionar su don y con la ilusión de realizar su único y enorme sueño.

¡Ay Dimas!, no demora el día en que me veas cantando desde lo más alto del aquel árbol donde nos encontramos por primera vez! Ufff, si, ese es mi gran sueño y por él trabajo todos los días de mi vida, amigo.

Y cómo piensas llegar hasta allá amigo?  No seas iluso, no tienes alas y yo no tengo la manera de ayudarte.

Shs  shs  shs  busca la manera Dimas, shs  shs  shs ayúdame a subir hasta el copo de aquel árbol, por Dios te lo imploro…  Tú eres mi único amigo y mi única esperanza.

A  a , tu sueño es imposible mi amigo,  porque en realidad  no tengo como ayudarte; ah  y se me olvidaba,  aunque tuviera la manera de ayudarte no estoy muy interesado en perder a mi único  amigo, así que olvídate de ese anhelo y acostúmbrate a la idea de cantar desde una pequeña mata de jardín, desde allí sí  puedo y quiero ayudarte.

Tú eres mi única esperanza Dimas.  Mmm pero ahora si me estoy desanimando.

Dimas se tranquiliza al saber que por fin su amigo ha caído en cuenta de la imposibilidad de realizar su sueño, con lo cual le garantiza su compañía por una buena temporada.  Pero la vida tiene unas circunstancias incalculables para la mente humana; la vida nos plantea situaciones incontrolables e indescifrables para la lógica y la razón humanas.

Así fue que en una tarde del verano se presentó un fuerte vendaval que arrasó con muchos de los tejados del pueblo, un huracán de una fuerza y velocidad desconocidas  por los habitantes de aquel lugar, un rarísimo ventarrón que no respetó ni personas,  ni animales, ni cosas  para levantarlos y arrojarlos lejos del sitio donde se encontraban.  Dimas se encuentra agazapado dentro de su casa resguardándose del fenómeno natural y lejos, muy lejos de pensar que a su pequeño y vulnerable amiguito pudiera sucederle algo malo.

Como casi siempre acontece,  a estos fenómenos de la naturaleza suele sucederlos al otro día un clima espectacular,  despejado y caluroso.  Un clima muy propio para realizar las actividades cotidianas de todos los seres.  Dimas anda por el patio de su casa llamando y buscando a su amigo, el pájaro sin alas, pero sin resultado alguno.  Ya después de un rato, Dimas empieza a angustiarse  y  a convencerse de que su amiguito no se encuentra cerca.  Busca en los alrededores de la casa.

Fio, fio, fio, silba Dimas, con la esperanza de escuchar la respuesta de su amiguito;

Shs, shs, shs, fio, fio, fio, pajarito, amiguito ven que  ya pasó la tormenta;

Pero a dónde se ha ido?  Se pregunta Dimas ya desconsolado.  Si el pobre no puede volar y sus pasitos no le dan para andar mucho…  shs, shs, shs, he perdido a mi único amigo; mmm, mmm, mmm.

Después de su depresión por la pérdida de su amigo el pájaro sin alas, una madrugada  a Dimas lo despierta una combinación de muchos y  variados trinos de  pájaros, que le recuerdan la bella sinfonía que entonaba todo el tiempo su perdido amigo, el pájaro sin alas. La añoranza y la nostalgia se apoderan del niño que, en medio de sollozos y a medida que se arregla para  regresar al colegio muy de mañana, evoca y extraña a su querido amigo el pájaro sin alas. 

Una calurosa mañana a medida que avanza Dimas camino del colegio, cada vez escucha más nítida la sinfonía de pájaros que hoy lo había  despertado.  Al acercarse al inmenso árbol donde encontró al pájaro sin alas la primera vez,  el niño rompe en llanto al recordar que ha perdido a su único amiguito.  Pero de repente algo inusual observa Dimas asombrado  alrededor del enorme árbol:

Shs, shs, shs,  qué pasa allá? Porqué hay tanta gente mirando a lo alto del árbol?  Porqué hay tanta gente aplaudiendo?; ummm ummm ummm, ¡e l  p á  j a r o  s i n  a l a s;  l a  g e n t e  e s t a  a p l a u d i  e n d o     a l  p á j a r o  s i n   a l a s  q u e  e s t á  c a n t a n d o  e n   l a   c i m a  d e l   á r b o l. . .!

Dimas entre alegre por tener noticias de su amigo y triste porque definitivamente ya no puede volver a  compartir su vida con el pájaro sin alas, espera impaciente  a que se disuelva la multitud para enterarse cómo fue que  llegó el animalito con semejante discapacidad física al copo del inmenso árbol.  

Continuando con el mismo sistema de comunicación  que les ha permitido conversar tan fluida y provechosamente, se establece esta charla de hoy entre el inocente Dimas y el pájaro sin alas:

Mi querido amiguito, se te cumplió tu sueño y eso me alegra, pero cómo es que  has llegado hasta la cima de este árbol tan alto si tú no puedes volar?

Dimas por qué crees que no puedo volar? No estás comprobando por ti mismo que sí puedo volar?  Volé Dimas, volé y cumplí mi sueño…

Y como volaste si tú no tienes alas?

¡ah Dimas, es que no siempre se necesitan alas para volar, yo soy la prueba, volé sin tener alas!...

Quién te ha subido al copo del árbol? Cuéntame pajarito, ni siquiera  yo que soy tu mejor y único amigo te pude ayudar!

Recuerdas el día del vendaval?

¡ah  sii,  claro que si lo recuerdo muy bien!

Recuerdas aquel ventarrón que desentejó varias casas?

Sii, lo recuerdo, me dio mucho susto y corrí a esconderme debajo de la cama, ja, ja, ja…

Pues yo no me alcancé a esconder del fuerte viento  Dimas, por más que corrí y corrí pues como tu bien sabes mis paticas no dan para tanto; y ese ventarrón me levantó y me depositó aquí, en la cima de este enorme  árbol…

 

“PARA VOLAR, NO SON INDISPENSABLES LAS ALAS,”

“PARA VOLAR, SI SON INDISPENSABLES LAS GANAS”

 

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