Que linda eras…
Siempre frágil y constante en tu rebeldía soñadora, alucinando con nuevas vidas y desintegrando el tiempo...sin tiempo.
Eras bella de la mano de lo imposible, eras cruel en los hombros de tu sonrisa.
Siempre estabas encontrando, averiguando, conociendo y desechando.
Cuántas mañanas emparejando sueños, te encontraron escribiendo historias de amor y soledad, de dolor y preguntas, de futuro...sobre todo eso...de futuro.
Eras invencible y nada se interponía en tu camino hacia vaya a saber donde.
Lo imprevisto era lo único previsto en tu corta vida y el grito encadenado a tus sueños era lo único que te hacía detenerte y mirar.
Que linda eras…
Inconsciente y feroz, aduladora y mordaz. Inteligente a la hora de pensar pero ingenua a la hora de hacer.
Fuiste lluvia, sol, viento, risa, frustración, música, libertad…
Y el tiempo te fue encadenando, amordazando, arrinconándote contra una pared húmeda de besos.
Empezaste a dejar que las cosas pasaran y no supiste detenerlas, adormecidas con el tic tac del reloj, creyendote inmortal...pero morías.
Ahora ya no estás...o si.
Ahora ya no te voy a recuperar.
Ahora otras como vos, se pasean a mi lado con la misma belleza, con la misma rebeldía, con la misma inmortalidad.
Yo te tuve pero te fuiste.
Y hoy que no te tengo, no te extraño...simplemente te recuerdo.
Y te recuerdo así, linda y joven...juventud.