Encontraron el cadáver boca abajo en un charco de sangre, tirado en el piso de la cocina. Los vecinos escucharon pasos apresurados bajando las escaleras, pero, además dos sonidos sordos que no identificaron, según sus declaraciones a las autoridades competentes primero y a los periodistas de los medios con mayor audiencia nacional después.
Muchos detalles hicieron pensar y analizar el caso a muchas personas curiosas, esas que no tragan entero vieron los noticieros y leyeron las noticias y cuestionaron el caso. No era posible pensar en un suicidio, a pesar de las pruebas “irrefutables de las autoridades competentes”. El difunto, personaje importante en el ámbito nacional, pero incómodo para el sector que tenía en su poder los órganos de control, necesitaba sacarlo de este mundo.
Sólo los imbéciles podían aceptar que el occiso se pudiera pegar un tiro en la nuca y otro en la espalda, además el arma estaba guardada en un cajón con el silenciador.
El informe final que La Fiscalía General expidió, afirmaba en el acta de función, declarando más allá de toda duda que la causa de la muerte había sido suicidio.
Edgar Tarazona Angel