Escuché un golpe suave en mi puerta, le resté importancia. Nuevamente el golpe, esta vez mas fuerte. Coloqué mi ojo en la mirilla y no ví a nadie. Pregunte con voz resuelta ¿ quien es ?. Ya sabes quien soy, me respondió. Y si tienes dudas, pregúntale a tu soledad, ella te esclarecerá. Volví a mirar por el pequeño agujero y esta vez reconocí levemente el rostro y la voz.
Lo hice pasar. Ingresó resuelto y se sentó en un sillón en la esquina de la habitación. Debajo de la lámpara de pie, sus facciones no se resolvían por la tenue luz.
Dije titubeante que me parecía ver a un fantasma o que tal vez estaría soñando. El me respondió : Esteban, me asombra que me reconocieras, ya ha pasado pasado tanto tiempo.
Comenzamos a charlar. Me preguntó si recordaba a Julio y al Renacuajo.
¡ Cómo olvidarlos ¡ dije. El Renacuajo murió de un accidente al año pasado cuando cargaba reses en un matarife y un coche lo atropelló. Y Julio hace ya cinco años que se fue a España y gerencia una multinacional. ¡ que amigos ¡ . Tres contra siete en la calle Corvalán. Ligamos pero ganamos.
¡ Cuanto hace que no gano nada ¡
¿Y de Mara ? me dijo. ¡ como que no ¡ le respondí. Jamás volví a sentir algo parecido. Cuando la veía por la calle caminar con sus medias tres cuartos azules.
¿Y tu como andas ? continuo preguntando. –Aquí andamos, viviendo, que le dicen.
¿ Feliz, contento ?. Que pregunta ingenua, respondí. Estoy atado. Atado a mi trabajo, a mis costumbres, a mi religión, a mi edad, a mis fantasmas y a mis elecciones.
¿Entonces, puedes elegir ? Me subrayó. Tal vez si. De hecho lo hago todos los días.
Mientras bebíamos agua con limón, me miró a los ojos tiernamente.
¡ Me voy ya ¡ me dijo. Me alegra verte bien. Y recuérdame cuando quieras salirte de esta mentirosa y solitaria vida.
Lo vi irse por el pasillo, pequeño muchachito de 11 años, de pantalones cortos y caminar resuelto.
¡ Adiós Esteban ¡ le grité.
Lloré, llore mucho esa noche, solo en mi cama.
Me había ido otra vez por el pasillo con ese andar cansino. Y esa partida se llevó la libertad que alguna vez supe sentir.
