Identificarse Registrar

Identificarse

Llueve sobre mojado entre las formas difusas de los acogedores edificios de una aldea de pescadores, que bañados por la suave lluvia de una noche de verano, agitaban sus toldos con alegría, asustando sin pretenderlo a las gaviotas que abaten sus alas planeando suavemente sobre las olas.

Subiendo por una de las más abruptas y empinadas calles sube El, completamente empapado por agua de lluvia y mar. Su paso es lento, pero firme, y los ecos de sus pisadas resuenan suavemente entre las calles del pueblo, despertando a los felinos que reposan tranquilamente entre los restos de un día fructífero de pesca.

Por fin, El llega al final de la calle y, suavemente, llama a la puerta mientras una finísima gota de sudor, imperceptible entre salpicaduras de mar y lluvia, cae por su frente.

Tras unos instantes que parecen décadas, la puerta comienza a abrirse con gran lentitud. Unos dedos asoman por uno de los extremos y El, visiblemente emocionado, no puede contener un leve suspiro.

Ella, por fin, se decide a abrir la puerta, mientras que con una voz seca como la tierra quemada por el sol del día más caluroso de verano, le invita a pasar.

Es entonces cuando se cruzan sus miradas.

Ambos permanecen quietos, observándose con infinita ternura. 

Es solo entonces, cuando ambos comprenden sin necesidad de palabras, que en sus ojos no ha parado de llover.

Por favor comparta este artículo:
Pin It

 

email

¿Quiere compartir sus eventos, noticias, lanzamientos, concursos?

¿Quiere publicitar sus escritos?

¿Tiene sugerencias?

¡Escríbanos!

O envíe su mensaje por Facebook.

Lo más leído

Están en línea

Hay 351 invitados y ningún miembro en línea

Eventos

Sin eventos
Volver