Después de dos semanas sin saber la suerte de nuestros familiares, que se internaron en la selva para una excursión de placer, nos llegaron noticias de lo más profundo del Mato Grosso. Una tribu de caníbales los había atrapado y los invitaron a un festín... con ellos como plato principal. Algo de los sentimientos de los aborígenes les hizo poner en conocimiento de los colonos de la selva el hecho y estos nos avisaron que podíamos ir por algunos recuerdos de nuestros seres queridos.
Regresamos con la cabeza de mi papá, una mano de mi hermana, los ojos de mi primo...