Te extraño. Me siento muy solo sin ti, pero así es la vida ¿cómo imaginar que todo terminaría así? además, no podía negarme, era una oferta irresistible, no por el dinero ofrecido, sino por el orgullo de verte en la pantalla grande haciendo todas las cosas que te enseñé durante tantas tardes tomando el fresco en el parque...¡Y al lado de Margot Velasco!. No sabes cuántas noches soñé con sus labios, me estremecí con el timbre de su voz, me sentí seducido por ese par de piernas largas que tan bien lucían en los afiches del cinema. Firmé el contrato emocionado.
Me temblaron las manos cuando la vi aparecer en la locación. Y tú, estuviste fantástico. Ejecutaste cada suerte con perfección y gracia, tanta, que Margot se olvidó de su glamour por un instante e hincándose en el suelo te abrazó con ternura. Cada término de escena te besaba, te obsequiaba bocadillos que comías con avidez. La película se terminó de filmar semanas después, y con ella, la magia, el encanto del cine que envuelve y enloquece a quien logra entrar en su escenario maravilloso...como te sucedió. Ya había notado que ese decaimiento que te atacaba al volver a casa, desaparecía al verla a ella. Pero nunca adiviné lo que estaba por venir.
Te llamé. Todo había terminado y era hora de regresar a casa, a nuestra rutina y normalidad. No me obedeciste, te quedaste un instante inmóvil mirándome con esos ojillos tiernos y dando la vuelta, corriste velozmente para alcanzar el auto de la actriz, con destreza admirable saltaste por la ventanilla abierta. Te llame gritando, silbando, ordenando...suplicando. Nada. Encogí los hombros con tristeza mientras los miraba partir lleno de decepción.
Ahora, los encuentro fotografiados, siempre juntos, en las revistas de moda viviendo la vida, las ventajas de la fama y con las comodidades que la riqueza otorga. Con gran dolor me pregunto: ¿Quién diablos proclamó al perro como el mejor y más fiel amigo del hombre?
Elena Ortiz Muñiz